Para mí no solo ha muerto el personaje más influyente de la historia del deporte más seguido en todo el mundo, y el principal culpable de transformar el Barça en un club ganador, ambicioso, desacomplejado y universal. Ha muerto una parte de la imborrable iconografía de mi infancia que, sin acabar de comprenderla entonces en su totalidad y complejidad, quedaría grabada en la memoria colectiva de muchos de los que crecimos con el Dream Team (sin duda el equipo blaugrana más carismático de todos los que han habido) y nos haría ser ya eternamente del Barça y orgullosos culers.
Su gabardina para aquellos desplazamientos bizarros por Europa (Islandia, Albania,…); sus americanas de colores chillones y sus corbatas con figuritas; su presencia en aquellos banquillos de ladrillo del Camp Nou con la cubierta de plástico transparente (solo en el sitio donde se colocaba el entrenador la mampara tenía una apertura desde donde poder asomar la cabeza para dar instrucciones); las ruedas de prensa con aquel panel de fondo circular con el escudo del Barça rodeado de una senyera, y después con el logo de la huella dactilar blaugrana de la Fundació; su gesto saltando la valla publicitaria de Wembley, después del gol de Koeman, adelantándose cuatro años a la existencia del Gol de Oro; su “meada” a Laudrup en la línea de banda cuando volvió vestido de blanco; las excursiones con la familia al Montanyà, como lugar de peregrinaje cruyffista, a comer, a jugar a fútbol en la explanada de césped empinada y finalmente a ver el partido del Barça del Dream Team que daban por CANAL+; el vídeo VHS grabado con su partido de homenaje del 99, en cuyo discurso final desde el centro del campo simplemente pidió que, tras años de guerras civiles en el club, todos los presentes cantasen juntos nuestro gluriós himne.
Por no olvidar su molón segundo nombre calvinista. O de su época de jugador, cuando fue el primer capità en llevar la cuatribarrada en el brazo, acompañando el mejor ejemplo posible de lo que es una primera equipación del Barça (el grosor y proporción de las barras en pecho y mangas, el granate GRANATE, las medias rayadas) e incluso una camiseta suplente (la amarilla con la banda blaugrana cayendo en diagonal); Y como President d’Honor, cuando fue a Madrid a devolver el trofeo de la Champions, en calidad de vigente campeón, representándonos como solo podía hacerlo el que ha sido uno de los 3-4 mejores jugadores de la historia del fútbol.
GRÀCIES HENDRIK JOHANNES