Lo único reseñable, o quizá mejor dicho lo único que por fortuna recordaremos del encuentro de ayer fue el precioso homenaje que el Camp Nou (y por añadidura todo el barcelonismo) le hizo al maestro Johan Cruyff en la previa. Costó horrores aguantarse las lágrimas ante la visión de casi 100.000 personas formando un mosaico con el mensaje de agradecimiento al genio, y cantando a capella el Cant del Barça. Lástima que los energúmenos de turno empañasen el sentido minuto de silencio con gritos de toda índole, y más lástima todavía que los 90 minutos que siguieron fuesen cualquier cosa menos un digno homenaje a la figura de un hombre que cambió nuestra mentalidad, impuso una filosofía y un estilo nos convirtió en referencia mundial, nos enseñó que tan importante es ganar como el cómo se consiguen los triunfos, y nos aportó (tanto él como los que han seguido su legado) décadas de alegrías.
Del partido, aplicando la misma ley del mínimo esfuerzo que siguieron ayer los futbolistas blaugrana, simplemente comentar que se jugó a un ritmo y una intensidad indignos, por mucho virus FIFA, 10 puntos de ventaja o Atlético en el horizonte que hubiese. Que Ramos debería haberse ido a la calle a la media hora pero el árbitro se tragó el pito. Que marcó Piqué de corner, que empató Benzema tras jugada de Marcelo con toda la zaga culé mirándole a lo lejos, que Lucho cambió al único blaugrana que estaba haciendo un partido digno para dar entrada a un Turan cuyo fichaje cada vez tiene menos explicación… que a Bale le anularon el 1 a 2 y que al final, Cristiano acabó con la racha de imbatibilidad blaugrana en otro esperpento defensivo culé.
El martes más, y esperemos que mejor. Mucho mejor. Por la cuenta que nos trae.
P.D: una vegada més, GRÀCIES, JOHAN.