En la excelente y compleja previa del gran @Oskarralogía, se diseccionaban las distintas maneras de hincarle el diente a una nuez de la forma más limpia posible, entendiendo nuez como una metáfora de la solidez del equipo del Cholo Simeone.
Pero los encuentros contra el Atlético de Madrid son como una visita al dentista, visita que casa mal con la ingestión de frutos secos de cáscara dura, sobre todo si queremos abrirlos a mordiscos.
Salió el Barça con el mismo equipo de gala del sábado pasado contra el Real Madrid, con la única sustitución de Ter Stegen por Bravo. Y, estando algo más concentrados que en el Clásico, adolecíamos de las mismas imprecisiones.
A pesar de todo, gracias a la intensidad de nuestra línea defensiva, no teníamos ningún problema en las inmediaciones de nuestra área e intentábamos atacar – con más voluntad que acierto- abusando de la conducción individual y fallando excesivamente en el pase.
No obstante, las pocas ocasiones iban cayendo de nuestro lado, un chut de Messi y un cabezazo de Neymar que salieron fuera por poco. Pero el Atlético, fiel a su idea, no pasaba tampoco por excesivos problemas.
Pero , en el minuto 25, se mascó la tragedia. En una jugada que empezó con un resbalón de Piqué al borde del área, los rojiblancos recuperaron el balón y, tras unos segundos de conducción de balón – hoy los del Cholo si querían la pelota- un magistral pase de Koke a la espalda de nuestros centrales hizo que Torres desbordase a Ter Stegen entre sus piernas para marcar un 0-1 que nos ponía las cosas muy difíciles.
La nuez nos hacía saltar el primer empaste.
El público – una buena entrada en el Camp Nou, pero incomprensiblemente 10.000 menos que ante el Realísimo- intentó animar a los nuestros , pero seguíamos muy imprecisos y pidiendo el descanso a gritos.
Diez minutos después de marcar su gol, Torres – al que hoy debemos llamar “Niño” por su inmadurez- le hizo una innecesaria falta a Busquets en el centro del campo cuando este ya había alejado el balón de sus pies. Segunda amarilla y, a la calle. El alemán Félix Brych no siguió esta noche el criterio habitual de la Liga Española y sancionó con tarjetas las entradas merecedoras de ello, aunque en Madrid y alrededores dirán que perjudicó al Atleti.
Llegó el descanso con frustración para el público y con la sombra de una duda respecto al comportamiento de nuestro equipo.
El intermedio lo cambió todo. No sabemos lo que les dijo Lucho a los nuestros ni Simeone a los suyos aunque lo intuimos. Luis Enrique debía inculcarles que ampliasen el terreno de juego con los laterales atacando, que Neymar se desplazase más hacia el área intentando combinar en llegada con los centrocampistas, que Suárez saliese de la jaula donde le tenían metido Godín y Lucas y que Messi dirigiese con más criterio las buenas recuperaciones de Busquets y Rakitic. Simeone seguro que les enseñó el reloj y la manera de parar el tiempo.
En los primeros minutos ya podríamos haberle dado la vuelta al marcador, creamos muy claras ocasiones de gol en velocidad tras tímidas incursiones atléticas, pero una espectacular chilena de Messi no quiso entrar y el larguero impidió el gol de Neymar.
Pero, era otro Barça. Como dijo Luis Enrique en la rueda de prensa posterior, no era una cuestión física sino mental. El balón rodaba a mucha más velocidad, teníamos más precisión. El trío Iniesta-Alba-Neymar eran una pesadilla para la banda defendida por Juanfran y Dani Alves se bastaba el solo para fijar a Filipe Luis y crear peligro al mismo tiempo.
Los de Simeone ya no salían de la cueva, les faltaba la respiración pero seguían defendiéndose como gato panza arriba, arañando minutos al cronómetro y perdiendo todo el tiempo posible.
La fortaleza de nuestros 11 cracks acabó dando sus frutos. En una jugada mal rematada por Alba en el área, acabó el balón a los pies de Suárez que, como buen killer, no desaprovechó la oportunidad. Empate a 1 a falta de media hora para el final. No estaba todo perdido, habíamos conseguido descascarar la primera nuez.
Rafinha, tras meses de baja, sustituyó a un trabajador Rakitic, para dar más control y profundidad al centro del campo. Línea que Lucho cambiaría en su totalidad en los próximos minutos (Roberto por Busquets y Arda por Iniesta) con mejores resultados que en los últimos partidos.
Como gota malaya seguíamos percutiendo en la defensa rojiblanca y vino el segundo, el mismo Suárez que ni habíamos intuido en la primera parte remató de cabeza un excelente centro de Alves. Tal como nos habíamos ido al descanso, parecía un banquete.
Intentó el Barça hacer más goles pero ya no pudo ser y el Atleti con 10 ya no conseguía hacernos ni cosquillas. Además, nuestro sistema defensivo desbarató todas sus tímidas incursiones con brillantez.
La próxima semana nos toca la segunda visita al dentista, vamos a sufrir, seguro. Esperemos que estos bocados de hoy no nos hayan perjudicado demasiado el esmalte y salgamos del Vicente Calderón preparados para el esperado ágape de las semifinales de la UEFA Champions League.
Licencia para matar: Vergüenza. Por culpa de los dichosos diseños de las camisetas, no es normal que debamos jugar los 2 con las equipaciones suplentes en ambos partidos.
La agenda de MoneyPenny: Cuando juguemos el partido de vuelta, ya sabremos dos de los equipos que han pasado ronda. ¿Wolfsburgo?