Veníamos de heredar unas empresas de nuestro padre de las de mercado cautivo, en un sector que se hundía. Un producto con renombre pero de diseño obsoleto y funcionamiento tosco.
El papá estaba relacionado con cargos de la Generalitat. Había movido hilos, hecho sus trapis, escondido sus dinerillos, hasta que lo pillaron.
Le costó una condena que ya no cumplió, una multa gorda y ya no salió a pasear más por el Turó Park.
No quería que le viesen, que le señalasen.
La mamá no volvió al mercado. Iba la filipina. ¿qué iban a decir de ellos?
Y así, hasta que la diñaron.
Nuestros hermanos se han quedado con la casita de Puigcerdà y la inmobiliaria de Empuria Brava. ¿lasempresas del papa? Buff, ni hablar… cuanto curro.
Había que empezar. El análisis del cliente, catastrófico Tietes, señores de trifásico de ron Pujol, gente de casa bien tradicionalista, con las estanterías de la torreta llenas de estatuillas de lladró..
Lo de toda la vida….
Decidimos apostar por el cambio radical. Contratar diseñadores de Elisava, directores de marketing
jóvenes que se habían ido a pelear sin nada a EEUU..
La línea que ha seguido las zapatillas Munich, torrons Vicens, Mango, Espinaler…
A por todas. Todo fresco, joven. A vender en el extranjero, sin complejos, made in Barcelona.
Y claro. Éxito comercial, ventas disparadas, prestigio renovado, pedidos de todo el mundo.
Las empresas remontan y empieza a funcionar todo. Bueno, todo no.
El cliente tradicional no asume los cambios, se siente traicionado.
Colores, luz, alegría, modernidad le son ajenos.
Visión de empresa global, desacomplejada, afable, multicultural, pues no. No va con ellos.
Sufren de vértigo y lo hacen saber en junta de accionistas
Massa valents! Ho acabarem pagant tot això!!
Quant costa els viatgets a anar a vendre a Japó?
Ja hi feiem a la feria de muestras..
Y los hermanos, pues eso… directos a los abogados. Se acaban de dar cuenta que la gallina de los huevos
de oro no estaba vieja, estaba sola y mal alimentada.
Tiburones oliendo sangre verde/dinero ya no estaban contentos con la casita de Puigcerdà.
Y movieron contactos, y pagaron votos, y prometieron favores hasta conseguirlo.
Hubo que cederles la gestión. Como cuando Llongueras o el Dr.Dexeus fueron expulsados de sus negocios por los familiares.
Y poco a poco volvió el orden. O su versión conservadora, la mediocridad.
Recuperación de las esencias, vuelta al pasado. Y claro, aprovechar los beneficios de la nueva etapa para redirigir fondos a cosas más pragmáticas.
El carnet del club de polo. Las cenas en el Botafumeiro y el Mercedes CLS, que hace señor.
Y en esto estamos. Sin saber si luchar duro por lo que hemos levantado o empezar de cero con un proyecto empresarial propio.
Lástima que al pasar por las puertas de la compañía se nos revuelvan las tripas, porque el nombre que hay en la puerta es el apellido de nuestra familia.
El nuestro.