El astro argentino firmó, con un nuevo hat-trick, su gol 400 en liga y el récord de victorias con el club azulgrana
Los lectores más jóvenes tal vez no recuerden la serie ‘El Príncipe de Bel-Air’ (The Fresh Prince of Bel-Air) que se emitió en España entre 1990 y 1996 y que aún conserva un aura de culto entre los aficionados a las andanzas del joven Will Smith, al que su madre envía a vivir con sus tíos millonarios en el barrio de Bel-Air (Los Angeles). En uno de los capítulos más recordados, Will y su primo Carlton juegan para el equipo del instituto, la Bel-Air Academy, en el que Will es la gran estrella del equipo al punto de que durante los partidos el público corea un “Balones a Will”. Ese grito ya forma parte de la jerga de muchos aficionados cuando hay un equipo con un jugador mucho mejor que los demás y cuya táctica pasa porque éste se juegue el mayor número de ataques posibles. Cambiar “Will” por “Leo” es el único modo de entender el planteamiento de Don Honesto frente al Levante, quizá por el recuerdo de que fue el equipo que acabó con la imbatibilidad del equipo la temporada pasada.
Las bajas de Semedo y Sergi Roberto condujeron a un sudoku táctico donde Dembelé, el jugador más rápido en ataque del equipo, que se encontraba en plena forma, pasó a ser un lateral que no llegaba al área rival y al que fácilmente le cazaban la espalda. Donde Jordi Alba pasaba a ser un mal centrocampista que llegaba menos que cuando juega de lateral. Y donde la zona de creación se centraba en Arturo Vidal, con las incorporaciones del mediocentro Piqué. Si lo han pensado, tienen razón: la expresión “sudoku táctico” puede sustituirse como “desbarajuste”, “caos” o incluso “sindiós”. La suerte de Don Honesto y de los aficionados culés es que el equipo tiene a un “Will” a quien pasarle el balón.
Así que sin que el Levante alcanzase a entender bien cómo sucedió, en un partido que tenía más que controlado y con la posibilidad clara de adelantarse en el marcador tras el disparo de Boateng al larguero, el público local alzó la mirada para observar atónito que el marcador ya señalaba un 0 a 2, por obra y gracia de una jugada majestuosa del 10 que remató Suárez y una carrera meteórica tras asistencia de Busquets que siguió la táctica al dedillo. “Balones a Leo”. Una y otra vez.
Y cuando alguno esperaba una reacción furiosa de los locales en el arranque de la segunda mitad, el alumno más aventajado de la táctica “Balones a Leo” completó su enésima asistencia al argentino. Incluso un recién llegado como Arturo Vidal ya ha interiorizado el sistema: “Balones a Leo” para que éste firmase, con un nuevo hat-trick, su gol 400 en liga y el récord de victorias con el club. La táctica parece sencilla pero por si algún compañero despistado aún no ha entendido en qué consiste, el propio Leo se encargó de ilustrarla: comenzó a repartir pases de gol como los que espera que le den a él hasta que el novedoso mediocentro Pique se incorporó al ataque para dar la razón a su entrenador y firmar una manita que los jugadores del Levante se empeñaron en edulcorar con el famoso gol de la honra. Pero no, ellos no tienen un “Will” a quien pasarle.