Tras muchos minutos de aburrido control, Leo Messi marca su decimoquinto gol en Liga para cerrar el partido y el año futbolístico en Can Barça. El alfa y el omega, que dirían los clásicos, pues ya marcó el primero del año y ahora marca el último, en el día que, de manera oficiosa, se inaugura la Navidad en España. Cabe en ese momento hacerse una pregunta existencial: ¿qué tienen en común Leo Messi, Ernesto Valverde y el sorteo de la Lotería de Navidad?
Si algún lector se pregunta qué tiene que ver todo esto con el Barça-Celta disputado esta tarde la respuesta es nada. O todo. Y al mismo tiempo. Porque ver la propuesta futbolística del Camp Nou últimamente es una invitación a desconectarse absolutamente del fútbol y buscar la respuesta a preguntas tan disruptivas o más que la planteada inicialmente. Quizá otros se planteen otras más relacionadas con el partido como: ¿por qué no juega Arthur? ¿Es grave que Arturo Vidal juegue de titular y no desentone (e incluso que destaque) en el centro del campo del Barça actual? ¿Debemos seguir rajando de Dembelé cuando continúa marcando goles (hoy su séptimo en Liga y abriendo otra vez la lata) y aún no sabemos nada de su padre o de las fiestas de cumpleaños de su hermana? ¿Sabe Jordi Alba hacer un pase de gol a alguien que no sea Leo Messi? ¿A qué equipo de la Premier se podría vender al intrascendente Chutinho y recuperar lo (mucho) que se pagó por él? ¿Por qué con el marcador a favor el equipo cede el balón al rival y se entrega descaradamente al contraataque? ¿Aplaudió el Camp Nou a Aspas como reconocimiento a su calidad o como signo de alivio al ver salir a uno de los jugadores que más goles le ha marcado al Barça? ¿Es normal indignarse viendo que en toda la segunda parte Ter Stegen toca más el balón que Messi?
Pero todas ellas son preguntas sin respuesta y a las que, a buen seguro, Don Honesto tampoco encontrará solución. Sin embargo, para la primera le ofrezco no una sino hasta tres respuestas. Primera: con una(s) bola(s) de por medio, tanto Messi como el sorteo de Navidad son capaces de ilusionar año tras año a millones de personas. Eso sí, si la ilusión en el sorteo nos dura apenas media hora, en Valverde nos dura lo mismo o incluso menos. Segunda: si se analiza matemáticamente, la probabilidad de que te toque el Gordo es tan baja como la de que a tu equipo le aparezca un Messi gratuito en su propia cantera. Aún más remotas son las posibilidades de que con ideas futbolísticas tan retrógradas puedas tener al mejor futbolista de la historia a tu disposición. Y tercera, rizando el rizo de los paralelismos, todos tienen un curioso vínculo con Italia: si de Recanati salió originalmente la familia y el apellido Messi, de Génova importó el Marqués de Esquilache la idea de instaurar una lotería en España al estilo de las que funcionaban en Italia y en Roma se acabó todo el crédito que (alguna vez) tuvo el técnico azulgrana. Pero tan cerca de Navidad, seamos generosos con Don Honesto: tal vez su Barcelona no aporte mucho futbolísticamente, pero al menos nos ayuda a recuperar la memoria histórica de personajes tan singulares como Leopoldo de Gregorio y su famoso motín.