Sin haber empezado el partido Don Honesto ya había mandado dos mensajes claros: el primero a Rakitic que, habiendo hecho toda la pretemporada y más cortos de preparación Arthur y Vidal, lleva 0 de 2 titularidades. El otro mensaje, ya clásico, es que haya las bajas que haya y llueva, truene o haga sol, no habrá más de dos jugadores mayores de 21 años en el once titular. Si la semana pasada Riqui Puig sobrepasaba el cupo y no fue ni convocado, esta vez la rotación afectó a Aleñá (a la grada) que cedió su lugar a Carles Pérez. Junto a Rafinha y Griezmann, se conformaba una delantera más propia de una primera ronda de Copa que de un segundo partido de Liga con ciertas urgencias. La presencia del Betis intimidaba con el recuerdo aún fresco del 2-4 de la temporada anterior.
El Barça presionaba y dominaba como “en los viejos tiempos” pero no acababan de llegar las ocasiones claras. El gol sería cuestión de tiempo, se intuía. Y llegó, pero en la portería de Ter Stegen, tras un error de Busquets que propició el contragolpe bético bien culminado por Fekir. Hubo un tiempo que Barça y Madrid se peleaban por el sobrevalorado Denilson. Para sorpresa de todos, el no-crack terminó en el Betis. Veinte años después, los sevillanos aprendieron de aquel error y mientras Barça y Madrid se pelean por otro sobrevalorado brasileño, ellos se han traído una joya de la liga francesa.
El silencio ensordecedor hizo su aparición: el Barça era colista en ese momento. Busquets decidió corregir su error y se echó al equipo a la espalda, “como en los viejos tiempos”: dio un paso adelante y con él, el resto del equipo. Apareció la otrora famosa presión tras pérdida que, sumada a la buena circulación de balón y a la movilidad del Hombre Gris propiciaron la ocasión de Rafinha que precedió al primer gol de un Antoine que hasta ese momento ya había corrido más que Arda Turan en los 55 partidos que jugó de azulgrana. La celebración, temida por unos y esperada por otros, habría de esperar: un gol del empate en casa contra el Betis no parecía el escenario más propicio para el show.
Pero el 1-1 terminó de dar la vuelta al partido, convertido ya en un plano inclinado hacia la portería de Dani Martin. Los fans de Griezmann, que lo son desde la primera vez que instalaron el fortnite, pudieron ver por fin a su ídolo en plenitud: golazo a lo Messi y celebración Lebronjamesca para regocijo de unos y vergüenzajena de otros.
El rodillo blaugrana continuaba y Carles Pérez, recordando al Pedro “de los viejos tiempos” sentenció el partido. Acaso menos talentoso pero mejor futbolista (y más barato) que Gotelé, también mandó su mensaje a la directiva: “¿Hacía realmente falta traer a Kevin Prince la temporada pasada para quitarme minutos en el primer equipo?”.
No pisó el freno el cuadro arlequinado (Sabadell queda cerca) y la constante presencia de De Jong dando apoyo a todo aquel que vistiera a cuadros, daba tanta libertad a Busquets que, “como en los viejos tiempos” se animó a asistir a Jordi Alba: dudó el lateral, al no ver a Messi a su izquierda, pero finalmente cruzó para hacer el cuarto.
El Betis sacó bandera (verdi) blanca y los minutos finales fueron un regalo extra para los miles de turistas en las gradas: un golazo en cada escuadra, cortesía de Arturo Vidal y Loren y el debut del cuasi alevín Ansu Fati. Pese a no marcar, dejó grandes detalles y trajo a la memoria aquellos debuts llenos de buenas sensaciones… los de los viejos tiempos.