No hemos aprendido nada. Nada. Muchos pensábamos que después de la irrupción de Cruyff en el club y el cambio radical que le dio, convirtiendo un club perdedor y llorón como era hasta entonces en un equipo ganador y desacomplejado, que después del paso de Guardiola, el cual perfeccionó el legado del Maestro, llevando al Barça a unas cuotas increíbles de fútbol y consecución de títulos, nuestro equipo seguiría esa senda marcada por ambos. Pero no. Hemos vuelto a la más absoluta mediocridad post-nuñismo y a la inedia futbolística de la época de Gaspart. Volvemos a estar pendientes de lo que haga el Mandril y nos refocilamos en un liderato más que precario.
Parece como si la inmensa masa de socios se sintiese cómoda con esa situación de victimismo, con ese complejo de persecución capitalino, y con justificar no sé sabe muy bien como, que los números cuadren en el balance a fin de ejercicio.
Sólo así se explica que los citados socios reventaran al equipo desde dentro, metiendo con mayoría absoluta al caballo de Troya, un individuo no recomendable ni para ir a la vuelta de la esquina, al ex-recluso Sandro Rosell. Sabiendo como sabía todo el mundo que con la entrada de este grupo de sátrapas en la directiva iban a reventar con todo el patrimonio conseguido por los citados Cruyff, Guardiola y Laporta, no en vano su lema de campaña era erradicar todo lo que oliese a los mismos.
Ese afán autodestructivo de la masa social puede tener una explicación parcial, si se quiere, en el aparato mediático que rodea a nuestro Club. Un aparato mediático al servicio de unos poderes fácticos que todos conocemos, que ven al Club como un cortijo para su refocile persona y sus negocietes, y que no admiten la entrada en el mismo de arribistas -como ellos dicen- de tipos como Laporta.
Y, en fin, no descubro nada nuevo, ni nada que no hayamos visto todos los que pululamos por estos lares, y creo que la mayoría coincidimos en el diagnóstico, lo que si sigue siendo tremendo es la miopía congénita de los socios.