Que el fútbol escapa a todas las leyes de la lógica es un hecho. El Villarreal-Barça fue prueba de ello. Con un Barça jugándose la Liga, lo más esperable era una salida azulgrana a por el gol. Pero no: la salida en tromba fue amarilla. Alta presión grogueta ante la que el Barça no podía (o no sabía) salir. Ponga usted tres centrales para esto. Y sin embargo, pese al dominio local, la ocasión más clara del partido era para el Barça: Asenjo gordonbankseaba un disparo de De-Jong-del-Ajax quien, anonadado ante la parada, no acertó a remachar a puerta vacía.
La ocasión del holandés cambió las papeles: llegaron los mejores minutos visitantes, esos en los que el espectador neutral afirmaría con toda razón “está al caer el gol del Barça”. Pues tampoco. Chukwueze retrataba a Alba y, al estilo del mejor Thierry Henry, adelantaba a los de Unai Emery. Se le complicaba el partido y el campeonato a los de Q-Man. A no ser que, como siempre, acudiera Messi al rescate. Pero en un partido tan ilógico apareció quien menos esperaban los culés: el Hombre Gris. Antoine aprovechaba el pase de Mingueza para, de perfecta vaselina, batir a Asenjo. Acaso su mejor gol como azulgrana y en un partido realmente importante (Copa aparte). Pero tampoco hay que lanzar las campanas al vuelo: Alexis Sánchez marcó un gol de vaselina en todo un Clásico ante el Real Madrid y el verdadero valor de aquel gol fueron los 42 millones de euros que el Arsenal pagó por el chileno.
Siguieron las irracionalidades: Juan Marcos Foyth, sobrio central argentino, sin grandes alardes y sin grandes errores, comete uno digno de infantiles: cesión a su portero que llega a los pies de Griezmann. Siguiendo con la lógica de su carrera como azulgrana, el francés debería lanzarla fuera. Pero no, era el día de su reivindicación y el balón acababa en el fondo de las redes para cerrar un poco la boca a todos sus haters. Era cuestión de tiempo. Veinte meses después de su fichaje, aparenta ser válido para la élite: alguna vez tenía que aprovecharse de estar siempre en fuera de juego.
Con el 1-2 y teniendo reciente el sufrimiento ante el Getafe por contemporizar el resultado, cabía pensar que el potencial campeón de Liga habría aprendido de sus errores. Evidentemente, tampoco. Nueva salida tras el descanso al trantrán, dejando pasar el tiempo. Eso sí, como toda regla tiene su excepción que la confirma, si alguien temía que la entrada de Sergi Tormento por Dest empeorase al equipo, el canterano se encargó de confirmar sus temores.
Aún así, el partido pareció tocar a su fin cuando Trigueros cambió momentáneamente su apellido por Segador del Trigal. Cierto es que entradas como la que le hizo a Messi han sido el sello distintivo de Casemiro en su carrera y que todas fueron saldadas con un “sigan-sigan” arbitral. Pero tener bula papal no significa que eso no sea tarjeta roja. Y como Manu nació en Talavera de la Reina y no en São José dos Campos (Estado de Sao Paulo), se fue camino de los vestuarios.
Marcador favorable y media hora contra 10 jugadores. Ahora sí. Se antojaba un final de partido plácido. Error. Las vacas sagradas, cada vez con más dificultad para jugar dos partidos entre semana, se dedicaron a pastar: mientras se jugaba al ritmo de Busquets, esto es, tratando de coger oxígeno, Piqué fernandohierreaba echando al equipo atrás. Fue la mejor manera que encontraron los azulgrana de complicarse el partido, apostando por la especulación resultadista pura y dura. Y cuando Q-Man desafió a todo el olimpo cruyffista metiendo a un defensa más por un centrocampista, muchos se acordaron de cómo suele castigar el gran hacedor del club estos insultos a su filosofía. Pero era el día en el que Johan hubiera cumplido 74 años, y acaso los hados se sintieron generosos: concedieron los tres puntos pese a una segunda parte digna del vertedero del recuerdo.