Tenía pocas opciones en la Liga el Barça, pero las tenía. Pero como en todo el último lustro azulgrana, un ataque Toshackiano de su entrenador le llevó a apostar por “los mismos cabrones de siempre”. Se escudaba últimamente Q-Man, como ya hicieran Valverde o Setién, en la inexperiencia de los jóvenes y decidió quemar las últimas naves con las vacas sagradas: Alba, Piqué, Sergi Roberto, Lenglet, Busquets, Messi… Que todo volviese a salir mal cuando al Bayern, al Manchester City o al Chelsea, con columnas vertebrales con una edad media de 24 años, les sale todo bien, da algunas pistas.
Porque solo el hecho de que el Levante apenas se jugase poco más que la honra personal, permitía que el cansino ritmo de juego visitante y la eterna red de Messi, bastasen para adelantarse en el marcador. Un gol que prácticamente sellaba el quinto pichichi consecutivo del argentino —29 goles ya, sin estar en su mejor temporada— y que probablemente evitaba que su equipo pelease en esta jornada por un puesto en la Conference League. Poco después, una nueva preasistencia de Leo a Dembelé terminó con el gol a puerta vacía de Pedri, acaso la única forma de que el canario marque tras sus dos errores garrafales minutos antes. Está claro que al chaval le hace mucha ilusión su debut en Primera División, pero también que está a punto de reventar tras jugarlo absolutamente todo.
Decir que el partido estaba visto para sentencia era una quimera habiendo observado la temporada azulgrana. Y porque parecía imposible. Pero el Barça bajó (aún más) el ritmo en la segunda parte: de película alemana de sobremesa se pasó a etapa llana de la Vuelta Ciclista a Burgos. Y tampoco se podía decir que el Levante estuviera primado o que se dejase el alma. Por no haber, no hubo ni una mala patada granota. Pero ante las facilidades que ofrecía el rival, apenas dos minutos fueron suficientes para poner sacar a la luz el pasotismo de Jordi Alba, la nulidad como lateral de Sergi Tormento y la decadencia fernandohierresca de Piqué. Dos a dos. Nuevamente el liderato había sido un espejismo.
El consuelo era que, al final, el partido no iba a ser tan aburrido como apuntaba. Y que la siesta azulgrana había sido premeditada lo demostró el hecho de que ante el empate levantino, el equipo se enchufó y rápidamente marcó el 2-3 por medio de Dembele: Ousmane está lejos de ser un jugador de élite, pero hay que reconcerle su empeño: lo intenta siempre. Y no le sale casi nunca. Pero, Messi aparte, al menos genera algo de cara a portería rival. Porque… ¿qué generaba mientras tanto el Hombre Gris? ¿Ira? ¿Indignación? ¿Desesperación? Nuevo partido homeopático del francés: algunos creen que ayuda pero todas las pruebas científicas dicen que no sirve para nada.
Faltaba darle la puntilla al campeonato. Y si lo de Granada no había sido definitivo, Q-Man se encargó de cavar su propia fosa: dio entrada a Mingueza por Pedri. Su enésimo desafio a los dioses cruyffistas. Hace unas jornadas, Johan fue magnánimo con el equipo pero esto ya pasaba de castaño oscuro: apostar por el paleofútbol, encerrándose atrás ante un rival que no se jugaba nada fue castigado con un indigno y justo adiós a la Liga.