Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Aeropuerto internacional de Doha. 11:07 horas.
El helicóptero de la comitiva culé aterriza en suelo qatarí. Se baja Laporta, gafas de sol, chaqueta fucker y manteta de la yaya. Arroja una bolsa de basura a los pies de Bin Hamad y sus guardaespaldas. “Toma, para la liberación de Xavi”.
La bolsa comienza a removerse, y ante el asombro y terror general, sale de ella arrastrándose el Muerto de Badía. “Eeee-cooo-sshiiisshh-teeee-maaaaa”, intentando incorporarse para agarrar al jeque cual delantero del Dinamo de Kiev dentro del área.
Los escoltas desenfundan rápido para proteger a su jefe,
– ¡A la cabeza Rashid! ¡Apunta a la p*ta cabeza!
Laporta no se inmuta, “take it easy bro, a la velocidad a la que se desplaza, para cuando llegue a donde estás tú Qatar tendrá de presidenta a una mujer”.
– ¿Y qué se supone que debo hacer con ésto?
– Muy fácil, véndeselo a tu máximo rival en la Sand Cup esa que jugáis, éxito garantizado. Es como un tornado de peli americana: pasa por el pueblo arrasando hasta con todo, y encima lanza a los animales de granja contra los escombros del matadero municipal, para que te joda el doble. Es la gran maldición del Vallès Occidental. No se librarán de ella ja-más.
El jeque visualiza rápidamente en su cabeza el potencial de tremenda arma de destrucción masiva. Así que ordena sacar del maletero a Xavi y su familia. Tras quitarle el saco de la cabeza, lo primero que exclama el ahora sí futuro entrenador del Barça es “¡Qatar es una democracia!”, mientras los escoltas siguen apuntando a la cabeza a su mujer y sus hijas.
– Me parece un trato justo – dice Bin Hamad sonriendo malévolamente.
– Venga Xavi, ¡a currar!
– ¡Perfecto! Me comentaste que íbamos a fichar a Haaland y repescar a Messi ¿no?
– Ehhhh… ¿te suena un tal Martin Christensen Braithwaite?