Por primera vez en su centenaria historia, jugó el Barça una eliminatoria europea los dos partidos fuera de casa. La crisis y la inflación pasan factura y muchos (demasiados) socios culés priorizaron unos eurillos de más por encima de la lucha por un título europeo. El aficionado parecía haberse olvidado de los 5 años haciendo el ridículo en Europa, tanto como para despreciar la Europa League. Y como dice el refrán “no quieres caldo, pues toma dos tazas”: este año han sido dos ridículos por el precio de uno.
Y es que no fue suficiente con regalar el estadio a la afición rival sino que, además, se regaló el balón al equipo contrario. Y al igual que en la ida, salió mejor el Eintrach. Con las ideas más claras. Con más determinación. Y con mucho mas acierto: a los 2 minutos, penalti de Eric García a lo Fernando Hierro. Cierto es que al de Málaga solo se los pitaban en su etapa en el Valladolid o en la selección, pero el agarrón no ofrecía dudas. Kostic marcaba entre la algarabía del público “local” celebrando la semana de pasión. O la Osterfeier (en su traducción al alemán).
El Barça trató de rehacerse pero, de nuevo, el cambio de posición de Pedri no ayudaba en la organización del ataque. Además Auba no aparecía –solo lo hace para rematar- y a DembeLOL no le salía nada. Cabe aclarar que esta última frase no ha sido copiada y pegada de una crónica de hace cinco años. Pero podría haber sido así. Para complicarlo aún más, la lenta transición defensiva local, era una invitación a los peligrosos contraataques frankfurtianos. Y en uno de ellos, Borré se sacó un tremendo disparo ante el que nada pudo hacer Ter Stegen. Este Ter Stegen. Quien sabe el de hace 5 años.
La calamitosa primera parte iba a terminar aun peor con la lesión de Pedri. Solo quedaba apelar a la épica futbolística en la segunda. Se depositaban todas las esperanzas en DembeLOL y en Adama. Sí, así de mal se habían puesto las cosas. Pero al menos el equipo despertó y apretó. E incluso llegó a inyectar la sensación de nerviosismo en el rival. Un amago de penalti cortado por el VAR y una falla tecnológica, no solo interrumpieron el partido durante casi 10 minutos sino también la buena inercia azulgrana. Y cortado el ritmo, un nuevo contraataque alemán sentenciaba la eliminatoria y quién sabe si la continuidad de Dest en la plantilla.
No hizo más sangre el Eintrach y cuando el árbitro indicaba 9 minutos de descuento solo quedaba soñar con un milagro. Ver a Trapp, el portero del 6-1, invitaba a ello. Y casi se cumple. Si aquel día encajo 3 goles en apenas 6 minutos, hoy estuvo cerca de volverlo a hacer. Lástima que el primero de Busquets fue anulado por fuera de juego. Y tanto el 1-3 y el 2-3 llegaron ya con las luces de las velas apagadas entre la ovación del extraño público que festejaba el pase a semifinales.
Una noche en la que no salió nada bien y de la que solo queda mirar el lado positivo: el 0-4 en el Bernabéu había subido al equipo a una nube acaso demasiado alta. Y de la que viene bien bajarse cuanto antes. Porque no se ha hecho (casi) nada. Y sigue sobrando mucha gente en la plantilla. Y los refuerzos son más necesarios que nunca. Ya en la primera etapa de Laporta, se hizo una pésima primera vuelta y se mejoró exponencialmente en la segunda con victoria en el Bernabéu incluida. Y también otro equipo menor como el Celtic los apeó de esta misma competición. Y es que la historia, esa puñetera, siempre se empeña en repetirse.