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Crónica

Una sólida ilusión

Volvía el Sevilla a visitar el Camp Nou cuando se acababan de cumplir 20 años de la última victoria andaluza en territorio azulgrana en la Liga. Y para intentar romper su mala racha, incluso se le ponían algunas cosas de cara: en su mejor momento de la temporada, Busquets se lesionaba tras apenas cinco minutos de juego. Miraba Xavi a su banquillo y se daba de bruces con una peligrosa realidad: si sigue apostando por jugar con cuatro centrocampistas no va a tener mucho más para elegir.

Casi obligado, dio entrada a Kessié y con el costamarfileño el equipo pareció seguir marcando el mismo paso de las últimas jornadas: rápidas recuperaciones, claro dominio y acercándose poco a poco al gol. Madurando el partido, que dirían los clásicos. Varias llegadas y dos buenas ocasiones de Lewandoski permitieron lucirse a Bono de tal manera que quien más, quien menos, temía que el marroquí se convirtiese en la nueva versión de aquel Javi Varas que tanto desesperaba al Camp Nou.

El 0 a 0 al descanso que, en otros tiempos no tan lejanos, hubiera llevado rumores a la grada no puso nervioso ni a la afición ni al equipo. Se apreciaba un dominio tan cómodo ante un Sevilla incapaz de dar tres pases seguidos que una pequeña subida del ritmo de juego debería ser suficiente. Dicho y hecho. Con esa intención salieron los de Xavi del vestuario y tardaron poco más de 10 minutos en reflejarlo: Raphinha encontró un hueco para filtrar el balón a un Kessie que sorprendió a propios y extraños bailando sobre una baldosa para asistir de manera magistral a Jordi Alba. Ha nacido el Zidane nubio.

El gol confirmó que este Sevilla no está para grandes alardes en una temporada en la que deberá conformarse con la salvación. Ni un atisbo de reacción en un equipo que dio tan mala imagen como la elección de vestuario de su entrenador. Impagable su colaboraron para que Ter Stegen siga firme en su camino a levantar su primer Trofeo Zamora.

Con el partido aún corto en el marcador, pero cerrado en sensaciones, emergió la figura de Raphinha. El brasileño parece saber que tiene poco más de un mes para quitarle el puesto a DembeLOL y no se puede negar que voluntad le va a poner. Porque su precio parece más acorde a sus ganas que en calidad. Empeñado en resolver él solo el partido, alternó errores de juvenil con destacadas intervenciones. Pero la insistencia a veces da rédito en las estadísticas: suya fue la gran asistencia a Gavi en el segundo gol y suyo el tercero aprovechando otra asistencia de Alba, de esas que el lateral se hartaba de dar a Messi y a Luis Suarez.

Y así, cuando ya casi no se recordaba una victoria sin sufrimiento, llega el Barça al momento clave de una temporada para creer de verdad en el retorno a la élite. Con un Xavi que parece haber dado con la tecla, encontrando regularidad de resultados. Y con fiabilidad a la hora de defender y salir jugando. No, aún no se juega como los ángeles (ni como los Lakers ni como los otros), pero la solidez del equipo empieza a ilusionar.