Finiquitó (aún más) el Barça su liga del unocerismo como seña de identidad. Se parece tan poco este Barça al que tenía un “estilo irrenunciable” que ya no siquiera juega de azulgrana en casa. Cierto es que a gente como Capello, Benítez o Simeone los alzaron a los altares por ganar ligas con cuatro cañas y mucho resultadismo pero el aficionado azulgrana (al menos el nacido después del Messias) está asistiendo a algo novedoso como lo es ganar una liga a base de sufrimiento, sin poder cerrar el resultado o con un medio del campo que no sabe dormir los partidos con marcador apretado manteniendo la pelota.
A los 45 segundos, El Hombre Gris disparaba al larguero. Podía parecer un espejismo. Pero no lo era. Algunos lo achacarían al horario, al césped o al sol y sombra, pero la realidad es que los cinco centrocampistas rojiblancos impusieron su intensidad y presión durante toda la primera parte frente a dos centrocampistas y un cadáver. Y es que Busquets ya no está para este tipo de partidos. Concretamente para todos los que se jueguen en territorio europeo. El Barça, obviamente, no generaba ocasiones y Oblak no hizo absolutamente nada. Exactamente igual que en aquella final de Champions de 2016.
Solo un pelotazo largo -viva el fútbol- de Araujo permitió a Raphinha asistir Yerran Torres que se reinvidicó ligeramente con su disparo ajustado. El valenciano debió visionar todos los goles que le hizo de esa manera Messi al portero esloveno. Un gol poco antes del descanso que parecía un milagro porque ya se hace difícil apostar por quien puede marcar un gol en este equipo ante la caída libre de Lewandoski. El viejazo de Robert parece no tener fin.
Ahora, tras adelantarse en el marcador, el Barça apela a la concentración, al esfuerzo y al trabajo defensivo de todo el equipo. Y no hay peor cuña que la de la misma manera: el Cholo ha perdido los dos enfrentamientos contra el Barça por 1-0 y con planteamientos que él mismo habría firmado. Porque por momentos, no se sabía quien de los dos entrenadores que estaban en la banda era el técnico azulgrana.
En la segunda parte el Atleti dejó su poco fútbol en el vestuario y se dedicó a desbaratar el juego rival. Pero al no haber juego azulgrana que destruir, optó por devastar piernas rivales a base de faltas. Su plan de ataque pareció fiar todo a que El Hombre Gris pudiera aprovechar algún balón suelto. Pero al francés nunca le ha sentado bien el Camp Nou (ni de azulgrana ni de rojiblanco) y no pudo hacer valer la regla no escrita del ex que le marca a su equipo, que tan bien se cumple en Barcelona: desde Quini a Julio Salinas pasando por Ronaldo El Bueno.
Dos contraataques azulgrana fallados a bocajarro por Raphinha primero y por el hermano malo de Lewandoski después, dejaron con vida a un Atleti cuyo castigo por estar dando cera toda la segunda parte fueron casi 5 minutos de regalo. Pero los de Simeone devolvieron el favor continuando con su recital de patadas y protestas. Cierto es que tener en frente a Morata facilita las cosas pero no le fue difícil a Ter Stegen mantener, de nuevo, su portería a cero y dejar la liga a apenas 4 victorias en casa de distancia.