Durante los días anteriores ya hemos discutido y polemizado lo suficiente acerca de los dimes y diretes entre Jorge Messi, la Junta de Laporta y la prensa haciendo de intoxicadores interesados.
La realidad, más allá de cuestiones pecuniarias (que por supuesto las hay), es que Messi ha decidido retirarse del fútbol de alta competición y vivir bien con su familia en una competición de muchísima menos exigencia que las grandes ligas europeas… y allí se quedará hasta que el cuerpo aguante, 3, 4 o 5 años, ya da igual; como antes hicieron Iniesta en Japón, Xavi en Qatar o recientemente Cristiano Ronaldo en Arabia. Y esas ganas de “vivir mejor” han pesado mucho más que la ilusión por volver a su (verdadera) casa.
Al menos queda el consuelo de que no se ha ido a jugar a la infecta dictadura wahabista, que le ofrecía dinero infinito, sino que se ha ido a un país “más normal” (con todo lo bueno y malo que tiene EEUU).
Por mi parte, ya lo dije antes de saberse la decisión final, mi posición era totalmente ambivalente, si volvía Messi bien porque (aún con su edad y jugando a medio gas) hubiera mejorado mucho la calidad y producción ofensiva del equipo del equipo, y si no volvía bien porque hubiera frenado en seco la evolución como colectivo y hubiera condicionado (sin quererlo) el crecimiento de varios individuos de la plantilla, hubiera descompensado en defensa al equipo, y habría supuesto un impacto peligroso en cuanto a incremento de la masa salarial.
Al final, una vez que un jugador o entrenador se va del club, incluso leyendas absolutas como Messi o Guardiola, simplemente deseo que les vaya bien en lo personal, me alegraré si tienen éxito (siempre que ello no perjudique al Barça en caso de ser rivales directos), pero en el fondo me produce bastante indiferencia lo que hagan fuera de aquí…
A partir de ahí, a recordar todo lo bonito e irrepetible que nos dieron mientras estuvieron aquí, a celebrar y participar de los homenajes que se den y a recordarlos como leyendas de nuestro club una vez se retiren de la competición.