Algo tiene este Betis de Pellegrini que hace que el Barça de Xavi juegue mejor. Ya se vio en la manita del partido de ida y se volvió a ver hoy en el Villamarín que mostró, al menos en la primera parte, la mejor cara de los azulgrana. Eso sí, con clara ocasión bética nada más comenzar porque hay costumbres que parece que los de Xavi no quieren perder.
Pero una vez salvado el habitual susto inicial, los que deben ser los centrocampistas pretorianos de Xavi, los De Jong-Pedri-Gundgogan, mostraron el buen trato que pueden y deben darle a la pelota, más aún contra un rival que intenta y deja jugar. A ellos se les unieron dos chavales de apenas 16 años –pocos equipos en Europa serán capaces de meter a dos jugadores nacidos en 2007 en el once titular– que tampoco la tocan nada mal: al ya cuasi titular Lamine Chaval, se le sumó Cubarsí, que dejó maneras de central jugón. Al no poder viajar Christensen por molestias, Xavi decidió que la broma de Sergi Tormento ya había durado demasiado. Solo se han necesitado 10 años y 5 entrenadores.
Esta vez, el buen fútbol azulgrana no se quedó en una mera buena circulación de balón. Con un Lamine Chaval muy entonado y un Balde recobrando sensaciones, las ocasiones se fueron sucediendo. Y a los 25 minutos mordió por primera vez O Tiburão do Foios. Abrelatas, enfocado e inspirado como pocas veces se le recuerda. Un gol anulado a Dugarrowsky por los pelos y un disparo de Lamine al palo dejaban clara la manifiesta superioridad azulgrana que podría haber dejado sentenciado el partido en la primera parte. Y pareció hacerlo cuando, apenas iniciada la reanudación otro jugadón de Lamine, acababa en el palo y el rebote lo aprovechaba O Tiburão. Segundo mordisco.
Pero todo lo bueno que había hecho hasta ese momento el Barça se difuminó en apenas 3 minutos. Concretamente los que van del 56 al 59. Frente a los mordiscos, doblete de Isco. Ayudado, eso sí, con la manía de Iñaki de Pena de no blocar, de despejar siempre de puños y de quedarse por decreto debajo de los palos. Sería un buen ABC para un portero… de balonmano. En el caso del deporte que nos ocupa, lo incapacita para ser el titular de un equipo puntero.
En pleno desconcierto azulgrana, pudo llegar el tercero verdiblanco que terminase por hundir a Xavi en el fango del olvido. Pero, sorprendentemente, algo cambió en el entrenador azulgrana. Esta vez no le tembló el pulso en señalar y sustituir a Dugarrowski. Y más tarde a Pedri. El equipo pareció entender el mensaje: el que no rinde, al banquillo. Y así, volvieron a ponerse manos a la obra y a dominar la pelota. Con menos claridad que en la primera parte, sí, aunque para claro lo de Kodroque: es lo que se intuía en lo poco que se había visto de él, apenas un torete físico con escasa calidad.
Y en un partido donde el equipo volvía a jugar bien, el técnico acertaba con los cambios, hasta la entrada de Juan Infeliz salió bien. El portugués sacó la calidad que se le supone –la que muestra con cuentagotas– y con un precioso y preciso remate a tres dedos, recuperaba los tres puntos y, aún más importante, las buenas sensaciones. Las suyas y las del equipo. Y por si al Betis le daba por la épica final, O Tiburão daba su último mordisco y cerraba su magnífico partido con su primer hat-trick (al que sumar la asistencia al Infeliz) de azulgrana