Cumplió Flick el infalible dicho “A entrenador nuevo, victoria segura”. Con más resultado que juego, también. Cierto es que, mientras llegan los minolles de Líbero, Aramark o los euros de la Rostisseria Lolita y se recuperan los numerosos lesionados, el alemán va a tener que hacer encaje de bolillos con las alineaciones. Para empezar la temporada, un esquema táctico más cercano al doble pegote, jugando con diez desde el principio -Yerrán era titular- y un equipo cuasi-juvenil con hasta tres menores de edad -Cubarsí, Bernal y Lamine El Chaval-, algo que no se veía en la liga desde que lo hiciera el Fachagoza en 1939.
A los 10 minutos de partido –y de temporada– ya era tiempo suficiente para sacar conclusiones: con Gündoganperonoconvencerán en el banquillo bebiendo las mieles saudíes, Fermín tocando el violín de vacaciones, sin forzar con Pedri y Gavi y con el “fichaje estrella” Olmo ni inscrito, el equipo controlaba la posesión, pero con poco juego combinativo y mucho patapumparribismo. En cambio, las ocasiones claras eran para los locales: centro al que no llegaba por poco Rafa Mir, gran jugada de Almeida que casi acaba en autogol de Cubarsí, cabezazo de Huevo Duro que se va alto y otro posible autogol de Cubarsí que salva TelaStragen. De tanto insitir, a un minuto del descanso Huevo Duro logró su objetivo: nuevo centro desde la banda y su remate, tras revisión del VAR, subía al marcador. Pudo pintar peor la cosa con la habitual Terstegenada regalando el balón al rival: si Cubarsí no sacaba bajo palos el 2-0, hubiera pintaba todo negro lomogrillístico para Xansi y los suyos.
Sin embargo, diez minutos de inspiración le valieron al Barça para dar la vuelta al partido. Los cinco de descuento de la primera parte en los que Robert –el gol llama a su puerta– volvió a recordar que, pese al viejazo, se le caen los goles del bolsillo remachando un centro chut de El Chaval. Y los cinco del comienzo de la segunda, donde un penaltito de Mosquera a Nadinhabsolutinha, le sirvió al polaco para volver a lucir su desquiciante estilo de lanzamiento desde los once metros para clavar el balón en la escuadra.
Habían sido 50 minutos para la esperanza y para soñar. La esperanza en fichar a Nico, la esperanza en inscribir a Olmo, la esperanza en que se recupere Gavi, la esperanza en que vuelva Fermín y la esperanza en que Pedri no se lesione y soñar con que alguien traiga a Zubimendi.
Pero el 1-2 desquició a un Valencia que no daba crédito al resultado tras su buena primera parte. Los locales se desinflaron física y anímicamente conforme avanzaba la segunda parte y apenas volvieron a generar peligro. Un hundimiento local que se contraponía con el crecimiento azulgrana en el control del juego. El partido entró en un ida y vuelta donde el Barça pudo sentenciar pero, como ya es costumbre en las últimas temporadas, la alarmante falta de calidad en ataque no da para más: es evidente que con Nadinha y Yerrán no se puede ir a ninguna parte. Tampoco faltó la habitual lesión de algún jovenzuelo, en este caso Balde, para cumplir con las tradiciones. Pero finalmente, no se sufrió como antaño para asegurar los tres puntos y darle el primer voto de confianza a Xansi. Un voto con fecha de caducidad: una semana.