El sello Flick parece empezar a tomar forma y una de sus características es que el equipo vaya durante los 90 minutos de menos a más. Así se ha visto en estos tres primeros partidos de liga y el de Vallecas –campo históricamente complicado con menos de un 50% de victorias y donde se llevaba tres temporadas sin ganar– no fue la excepción. Solo que en esta ocasión se fue de “mucho menos” a más.
Porque el Rayo fue el que salió dominante mientras el Barça contemporizaba y veía el tiempo pasar. Mucho más intensos y llegando con pocos pases, se mascaba el gol de los locales. Y apenas tardó 10 minutos en llegar cuando Unai Simón cazó un centro y remató donde últimamente más le duele a TerStatuen: entre los tres palos.
Prácticamente nadie se salvaba del naufragio azulgrana con apenas unos chispazos de Lamine El Chaval. Porque el debutante Gerard Martin dejaba malas sensaciones, Koundé deschamspeaba, Pedri se mostraba en modo resacoso… Y después está LO de Yerrán… ay Yerrán… su inteligencia futbolera amebística le hizo tocar apenas 6 balones –y todos mal– en la primera parte. Pocos jugadores son capaces de poner de acuerdo a toda una afición. E incluso a parte de las aficiones contrarias. Ronaldinho era uno de ellos. Yerrán también… por todo lo contrario. El de Foios no debería jugar ni un minuto más de azulgrana, más allá de las rondas iniciales de Copa o de bolos recaudatorios en Arabia o Asia.
El caso es que salir al partido con media hora de retraso y sin la actitud necesaria obligaba al equipo a ir a contracorriente. Una vez más. Y en el descanso era evidente que el equipo necesita una sacudida. Xansi miraba al banquillo y veía… el del Barça B: Astralaga, Domínguez, Balde, Cuenca, Fort, Pablo Torre, Casadó, Pau Víctor, Fermín… Y entre tanto imberbes, brillaba un rubio platino leticiasabateresco. El rutilante fichaje con inscripción en diferido era el elegido para cambiar el partido. Sustituyó a Yerrán y el equipo empezó a carburar como por arte de magia. Es lo que tiene jugar con 11. El tarrasense con su visión en ataque y su juego al primer toque le dio un nuevo dinamismo al equipo. Un disparo al larguero fue su tarjeta de presentación antes de encabezar un ataque en el que Nadinhabsolutinha encontró a Pedri en el área para que el canario empatase el choque. Las sensaciones cambiaban completamente de bando.
Pero Olmo no iba a ser el único protagonista del partido. Soto Grado, ante la palpable sensación de remontada en Vallecas, entró en combustión: penalty sobre Koundé no señalado, derribo a Olmo también sin señalar, gol anulado a Lewandowsky por supuesta falta previa de Koundé cuando ya había recuperado el balón -quince minutos antes-, roja perdonada a Pathe Ciss por falta a Pedri digna del mejor AustraloPepetecus, doce minutos de descuento…. Como un Raphinha en modo arbitral, el trencilla se dejó la piel en el campo pero no le salió nada. Pero quien da todo lo que tiene no está obligado a más. Standing ovation para César.
Y si no lo consiguió fue, precisamente, por el empeño de Dani Olmo. Y la colaboración de Lamine. El Chaval avanzó hasta la línea de fondo antes de filtrar un pase para que el egarense se girase dentro del área y ajustase un limpio disparo a la base del palo donde no pudo llegar Cárdenas. Del unocerismo de Xavi al dosunismo de Flick.
Remontada conseguida y, nuevamente con la sensación física y futbolística de que el equipo ya había vuelto a controlar el choque y no se le escaparía el partido. Y justo ahí llegó la mala noticia de la noche con la lesión –parece que gravísima– de Bernal. Cuando ya parecía haberse encontrado un jugador decente en una posición tan importante para el equipo, el mal fario volvía a vestirse de azulgrana. Jugar cuatro jornadas de liga a la carrera en quince días en fechas en las que hasta hace un par de décadas ni siquiera se empezaba el campeonato, porque hay que jugar más partidos de liguilla de Champions, amistosos de selecciones y un Mundial de Clubs absurdo probablemente tenga algo que ver.