Otra vez un partido finiquitado en el descanso. Otra vez triangulando de manera vertiginosa. Otra vez gustándose. Otra vez yendo a por el segundo nada más marcar el primero. Otra vez yendo a por el tercero nada más marcar el segundo. Otra vez mordiendo. Otra vez se nota la mano de Flick. Así despachó por la vía rápida este neo-Barça de Flick a un Sevilla que se presentaba en Barcelona con más nombre que realidad actual. Con una plantilla cada año peor que la anterior, llenándola de músculo carente de fútbol, su estadística como visitante era, además, muy propicia para los locales: los sevillistas apenas han arrancado un punto en sus diez últimas visitas a Barcelona y dos en sus últimas quince.
La gran novedad en el once titular fue Ansu. El efecto dominó de la lesión de Eric Garcia en el calentamiento, desplazó a Pedri más abajo y permitió la entrada de quien en su día fuera denominado como el nuevo Eto’o. La maldición de ponerle a alguien “el nuevo X”, ya se sabe. Estuvo voluntarioso el chico pero ha perdido ese aura mágica que tenía. El famoso “mojo” de Austin Powers. Y en un equipo donde todos parecen haber mejorado respecto a la temporada pasada, aún se nota más su falta de chispa.
Y lo cierto es que el equipo empezó sin demasiada fluidez en ataque ante al autobús palangano. Hasta que Peque se pasó de frenada y barrió de forma infantil a un Raphinha que no dudó en caer como fusilado. Lanzamiento de Lewandowski, nuevamente homenajeando a Pedro Picapiedra lanzando bolos, para abrir la lata. No pasaron ni cinco minutos cuando una recuperación de Pedri en el medio del campo lanzó un contragolpe a lomos de Lewa y Lamine para que El Chaval descargase hacia la frontal del área. Y desde allí, el propio Pedri clavó el segundo. El regreso a la élite del canario es un hecho.
Media hora de juego y el Sevilla ya había quedado noqueado. Salvó Nyland el tercero poco después pero fue cuestión de minutos que Robert volviera a llamar con el gol a su puerta, desviando un disparo de Raphinha con un giro de tobillo fredastaireano al fondo de la red. Tan atrás ha dejado su viejazo el polaco que incluso se permite ayudar en defensa, sacando un gol bajo palos en una acción que volvía a dejar en evidencia a Iñaki Da Muchísima Pena.
Con dos morlacos como el Mierdas y el Mierdas Teutón en el horizonte, había que esperar poco y nada de la segunda parte. Y así fue. Tras cinco minutos de la reanudación con dos ocasiones más de Lamine y Raphinha, se bajó el pistón de intensidad. Llegaron los carruseles de cambios y un par de goles anulados al Sevilla para que quede claro el riesgo y la importancia de tirar bien la línea de fuera de juego ante rivales de más enjundia. Sobre todo si en la portería se sigue manteniendo a un murciélago colgado del larguero. El Valencia es tu destino natural, Iñaki.
La recta final del partido dejó más buenas noticias. Ningún lesionado más. Dos goles de Pablo Torre, uno aprovechando la dimisión defensiva de la defensa sevillista con un disparo dentro del área y otro con un centro chut que no llegó a rematar Iñigo Martinez y se coló en la portería sevillista. Entre medias, gol sevillista de iDumbo, que cogiendo la espalda de la defensa simplemente tuvo que lanzar entre los tres palos sin golpear al espantapájaros peinado. Y la guinda del partido fue la reaparición del añorado Gavi. Testimonial futbolísticamente hablando, pero importante desde lo anímico para una plantilla tan justa de efectivos y ante una semana que debe empezar a dar la verdadera medida de este equipo. Y qué mejor que encararla con otra manita.