Que el partido iba a ser trepidante se supo desde el minuto 1. El minuto en el que Rabhinha (se la saca en cada partido) aprovechó un pase largo para dejar en evidencia a Upaquetemecano y encarar a Neuer. El Old Nadinha hubiera chutado al muñeco, pero el New Rabinha se plantó frente a la leyenda germana y lo regateó sin titubeos para adelantar al Barça.
El gol espoleó a un Bayern al modo de mutar en aquel Bayern Apisonador de hace unos años. Fueron 20 minutos de monólogo muniqués en el que arrolló futbolísticamente a los de Flick, como no se había visto esta temporada. Presión asfixiante, triangulaciones rápidas y la defensa azulgrana, insistiendo en jugar adelantada, achicando balones como podía. Una jugada hilvanada terminó en gol de Kane que fue anulada por milimétrico fuera de juego. Pero todo el mundo veía que era cuestión de tiempo que el empate llegaría. Y fue de nuevo Kane quien remató un medido centro de Gnabry. El meneo era de tal calibre que los fantasmas del pasado reciente europeo parecían corporeizarse ante la proximidad de Halloween.
Pero Flick parece ser el exorcista privado de este Baby Barça. El gol alemán, contra todo pronóstico, asentó al Barça. Se empezó a salir de la cueva y a dominar el partido, a lomos del brutal despliegue físico de Casado –partido de confirmación para él-, de Fermín y de Rabinha. Falta de contundencia en el salto de Kim-Malo-e combinado con la brega de Fermín y el balón que llegaba a los pies de Robert –el gol llama a su puerta- Viejoskwi. El renacido delantero polaco dio una masterclass de juego de espaldas, acaparando todo el frente de ataque para facilitar la llegada de la segunda línea y, nuevamente, volvía a marcar en un partido de élite en Europa.
Los alemanes no daban crédito a ir perdiendo un partido en el que futbolísticamente no estaban siendo tan inferiores. Siguieron intentándolo pero a cada minuto que pasaba, menguaba su fútbol y crecía el del Barça. El partido se fue directo a un intercambio de golpes y ahí volvió a emerger la figura de Rabinha, Cambio de orientación de Casado para el brasileño, que encerrado entre Guerreiro y Upaquetemecano, sacó un disparo inalcanzable para Neuer. Está poseído por el espíritu de Jairzinho 1970 y cada balón que toca es gol.
Se esperaba una salida furibunda del Bayern en la segunda parte pero el plan de Kompany se quedó a medias. Temeroso de volver a ser sorprendido por la velocidad azulgrana, intentó contemporizar el juego pero lo que se encontró fue con una nueva puñalada en forma de contraataque fulgurante. Un córner a favor de los bávaros se convierte en un balón goloso para Lamine El Chaval –exhibición de talento la suya- que se inventa un pase largo para Rabinha que vuelve a ridiculizar a los dos pseudocentrales rivales y cruza por bajo. Hat-trick europeo, para que los FIRPA (Fundadores de la Iglesia Raphínhica de la Presión Adelantada) volvieran a expresar su regocijo y anunciar que su prédica se extiende ya a todo el continente.
El cuádruple cambio de Kompany en busca del milagro no surtió efecto. Musiala, Sane o Coman son jugadores de highlights pero sin continuidad y lo que si continuaba era el despliegue azulgrana con más contragolpes peligrosos ante un Bayern al que le costaba ya mucho correr hacia atrás. No encontró un resquicio para el amago de remontada y se salvó de una goleada mayor al levantar el Barça pie del acelerador. Parecía una buena noche para una goleada más humillante pero tampoco hay que engolosinarse: el contundente triunfo es la escenificación de que el Barça está de vuelta. Gracias a Flick, el exorcista.