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Crónica

Ojo por ojo

El Barça le devolvió al Atleti la victoria sobre la hora del partido de la primera vuelta. Pero a diferencia de entonces, no lo hizo con antifutbol, sino con futbol. El mejor que han visto en el Metropolitano en esta temporada, probablemente. Porque el Cholo podrá excusarse en el desgaste físico de los suyos en Champions (el Barça también jugo, ojo) o en el mazazo anímico de la eliminación, pero hay pocas dudas de que, aunque el Atlético se hubiese clasificado la semana pasada para cuartos, el planteamiento de Simeone hubiera sido el mismo: rácano.

Porque el único que propuso algo de juego fue el equipo de Flick. Desde el principio, con Lamine teniendo su primera y clarísima ocasión a los cinco minutos. La caverna dirá que lleva meses sin marcar en liga, que eso no lo puede fallar un crack de verdad…. Se les olvida que aún tiene 17 años y le quedan muchas bocas que tapar. Y las tapará.

La ocasión del Chaval solo sirvió para que los locales acentuasen aún más su planteamiento defensivo. Y por muchos momentos les dio resultado. Ni Olmo, ni Pedri, ni Rabinha encontraban huecos en la superpoblada defensa rojiblanca. Menos aún Viejowski, que pululaba entre los centrales como alma en pena. Aún así tuvo Robert una gran ocasión al filo del descanso que, en tiempo pretéritos, seguramente habría marcado. Y como suele pasar en estas ocasiones, y más frente al Atlético, del 0-1 se pasó irremediablemente al 1-0. Fulgurante contraataque para que el Hombre Gris, encuentre a Giuliano y éste a su vez, a Julian Alvarez que remachó a placer. Visto y no visto. Era el primer disparo entre los tres palos. Suficiente, diría el Cholo. ¿Para que más?

Por supuesto, no cambio el planteamiento tras el descanso. Con el Barça proponiendo y el Atleti destruyendo. Incomodando cada ataque azulgrana, buscando que el tiempo pasase sin que sucediera nada.  Y casi nada sucedió hasta que llegaron los cambios. Las entradas de Sorloth, por parte local, y de Fallón, por parte visitante, dieron un doble giro al partido. Primero, el del noruego, que empieza a ponerse el traje del Piojo Lopez frente al Barça y que aprovechó otro contraataque para vacunar a quien parece ser su víctima preferida.

Era el 2-0, con apenas 20 minutos por delante. Pero aún quedaba el segundo giro. En especial el que hizo Lewandowski dentro del área, poco después. Cuando más evidente se hace su viejazo, el polaco se las arregla para recordarnos que el que tuvo retuvo. Maniobra de killer dentro del área para recortar distancias y meter de nuevo a su equipo en el partido.

Los locales empezaban a evidenciar su desplome. Y si en algo ha destacado este Barça flickeano esta temporada es en su poderío físico. Comenzó el asedio final, de la mano de Pedri y Rabinha, en especial del brasileño que puso el balón en la cabeza de Fallónexceptosisaledesdeelbanquillo Torres. El Tiburón metio algo mas que un gol: metio el miedo a los atléticos que veian que el partido aún no había terminado. Y vaya si no había terminado.

Lamine solo tiene 17 años y aún tiene mucho que aprender. Y teniendo a Rabinha al lado, está aprendiendo que hay que intentar, intentar y volver a intentar. El Chaval lo intentó todo el partido y no le salió casi ninguna. Pero el esfuerzo tiene su recompensa. Volvió a buscar por enésima vez su jugada favorita y su disparo preferido. El balón se desvió en un defensa, lo suficiente para que Oblak solo pudiese seguir el balón al fondo de las mallas. Igual que si estuviera viendo a un jugador del Madrid lanzándole un penalty. Algunos dirán que tuvo suerte. Pero la suerte hay que buscarla.

Se completaba así la semana trágica rojiblanca. Y sin salir de casa. De perder en Pestafe a caer ante los dos máximos rivales en casa. Habrá que renovar al Cholo. Un Chol que asistió impasible al cierre de fiesta azulgrana que, por si fuera poco, también se llevaba el goal average: nueva exhibición de pundonor de Rabinha para recuperar un balón que Fallónexceptosisaledesdeelbanquillo teledirigía a la base del palo. Otros cuatro goles ante un rival de enjundia. Y esta vez, en apenas 20 minutos. Un rival menos, un paso más.