Con pie y medio en semifinales. Después de un partido casi para enmarcar. Donde se salió como se espera de un equipo con hambre de gloria, con ganas de volver a lo más alto. Con diez minutos iniciales para asustar a un rival que sobrevivía gracias al desacierto en los últimos metros de Lamine y a las intervenciones de Kobel.
Cierto es que tras el arreón inicial entraron algunas dudas. Por momentos, el partido tornaba a parecerse al reciente partido de liga ante el Betis, con un Borussia que entendía que la clave de todas sus opciones pasaba por maniatar a Pedri. Y que durante quince minutos pareció conseguirlo, incluso asomarse a la meta de Schnsbdncny.
Pero llegó otro de los nuevos recursos del Barça Flickeano: el balón parado. Centro pasado de Fermín, Íñigo la devuelve al área de cabeza para que Cubarsí meta el pie y ¿adelante a su equipo? No. Porque allí estaba Rabinha para remachar un balón que ya entraba. Se la jugó el brasileño que a punto estuvo de hacer que el gol fuera anulado. Pero era su 12º tanto en esta Xempions y, aún más importante, le permitía salir de ese bache post-viaje a Brasil.
Curiosamente el gol no sentó demasiado bien a los azulgrana. Cuando querían acelerar el partido perdían el control y las llegadas borussier daban más de un susto al cuerpo culé, especialmente a través de Guirassy. Y si se trataba de aprovechar algún contraataque, los tres de punta seguían muy imprecisos, en especial, un polaco, que no se había quitado el traje de Viejowski. Todavía.
Porque todo cambió en la segunda parte. Apenas se llevaban dos minutos cuando el tridente de ataque se coordinó por primera vez en el encuentro: centro de Lamine al segundo palo para que Rabinha encuentre a Robert –el gol llama a su puerta– y el polaco baja el balón de las nubes para cabecearla suavemente a la escuadra. Todos las vimos fuera menos él.
Un segundo gol que sacó lo mejor del Barça. Y a falta de Pedri, bueno es un Fraude Jong, imperial durante todo el partido. Posesiones largas y ritmo de partido totalmente controlado, incluyendo transiciones rápidas e inspiración en ataque. No exactamente por parte de Fermín que falló dos ocasiones para el tercero pero por suerte, sí encontró un pase profundo de Lamine y acertó a asistir en el área a Robert –el gol llama a su puerta– que hizo lo que mejor sabe: rematar a gol. 40 goles en una temporada para un bieho de 40 tacos. No te digo que lo mejores: iguálamelo.
Con el rival groggy, el equipo ya estaba completamente desatado. Y ya se sabe que los equipos de Flick no tienen piedad con un rival que se tambalea. Remember 2-8. Otra contra iniciada tras un robo de Robert, Rabinha que la corría por la banda y asistía a Lamine. Toque sutil con la punta izquierda del Chaval para clavar el cuarto a la base del palo. El que no marca en liga, dicen algunos.
Nadie esperaba finiquitar la eliminatoria en la ida. Pero los fríos números dicen que nunca se remontó esta diferencia en una eliminatoria de cuartos o semifinales. A poco, que el equipo mantenga el nivel, estará esperando a Inter o Bayern para jugarse una plaza en la final. Y para que los fantasmas de Roma o Liverpool no aparezcan ya está Hansi, el auténtico cazafantasmas.