Classe di religione. Anno 1990. 5 Aprile.
Classe di religione católica, por supuesto. Si hubiese sido classe di pastafarismo no me habría resultado tan infumable, ma per la nostra desgracia il FSM ancora no se había revelado. Per superare il mal trago e in preparazione della mia futura carriera d’allenatore, la cual venía avalada dal mio brillante currículum de ex-giocatore, me dedicaba a hacer arbolitos con la formazione del Barça. Técnicamente no eran arbolitos perché ancora no se llamaban de questa maniera, así que simplemente se trataba de disegnare los equipos e giocare la partita en una hoja de papel. Hay que tener presente que por aquel entonces questa era una attività molto pericolosa; en el aula se encontraba lo stesso professore que me había expulsado tre anni antes per leggere en clase una rivista di pallacanestro invece di fare un, senza dubbio, importantísimo resumen sobre il prepuzio de San Ambrosio.
Los arbolitos de quella serata y los delle serate precedenti estaban concentrati en la finale de coppa que jugábamos a las 20h en Valencia contra el Maligno, una potente squadra que iba camino della quinta lega consecutiva. Según una sensazione extendida necesitábamos un miracolo per vincere. Cruyff también necesitaba de questo miracolo para conservar il posto di lavoro. Il mio proverbiale altruismo me indicó que había que aiutare al genio olandese e risolvere il problema del esquema. Manos a la obra. Las variazioni sobre el famoso planteamiento tattico, criticato hasta limiti ridicoli, cabalgaban sobre las hojas del cuaderno y curiosamente in tutte acabábamos ganando il titolo. Un titolo que salvaría una stagione que empezamos diciendo addio a Lineker y Carrasco y hola a Koeman y Laudrup, continuamos con el Anderlecht echándonos della Coppa delle Coppe y rematamos en una memorabile prestazione di Brito contro il Siviglia.
Mientras il professore insistía cansinamente en explicar che Dio è uno e trino, io seguía garabateando frenéticamente foglio dopo foglio con nomi, pases y goles. Il mio compagno di pupitre me miraba con autosufficienza. Era un stronzo merenguito que me había hecho un esguince aquel mismo corso en la partita de veteranos, que alcuni despistados se empeñaban en chiamare classe di ginnastica, y que estaba convencido della vittoria bianca. Incluso nel giornale della scuola hacía chistes sobre culés. L’apparato dei media è sempre stata de parte del mal.
Johan puso in campo il mítico 3-4-3, si hay que morire que sea con tus ideas e non con las di un altro. È evidente que era una apuesta de rischio. Zubi, Aloísio, Alexanko, Koeman, Eusebio, Amor, Bakero, Roberto, Laudrup, Julio Salinas y Begiristain. Lo stesso rischio que suponía dibujar alineaciones a la hora de scrivere il resumen mientras il professore recorría los pasillos del aula a la caza degli infedeli.
Sorprendentemente, il gioco no se desarrolló como io había dibujado, en nessuna delle sue varianti. I giocatori del Barça combinaban acertadamente pero resultó que los mesetarios también se movían, ya no eran triangoli dibujados nel cuaderno di religione. E non solo se movían sino que empezaron a dar patadas. La contundencia merengue se volvió violenza aperta y Serna tuvo que sostituire a Aloísio, lesionado criminalmete per Hugo Tarugo. Credo che mai han salido tanti insulti della mia bocca como cuando ví al manito clavar los tacos en la rodilla del signore Pires Alves. L’aggressività bianca no cesó e così, al borde del descanso, expulsaron a Fen-nando Hierro, una cosa strana da vedere en los anni venideros. Dopo varias occasioni blaugranas e alguna bianca, Amor marcó el 1-0 a mediados della seconda parte y ponía al Barça con la finale de cara, pero tuvimos que soffrire hasta casi el término della partita en el que Julio Salinas firmó il 2-0 definitivo. Campions!!! La coppa era nostra. Traca final di gioia y unos cuantos cortes di maniche dedicados desde el salón della mia casa a nuestros sobradamente sportivi avversari.
Ma la finale non era finita, ancora quedaban due significativi e oggi olvidados dettagli. El Barça no pudo completare un giro d’onore perché un figlio di puttana le abrió la testa a Zubi de una pedrada y Chendo demostró una caballerosidad senza limiti al asumir sosegadamente la derrota e manifestare que era una pena que la coppa del bourbon dejpaña la ganaran unos que no son ejpañoles, il señorío madridista expuesto.
La tattica que planteamos Johan e io se reveló acertada como se reveló años più tarde l’Aldentissimo. Il miracolo se había producido. Podíamos seguire il cammino trazado due anni antes hacia el triunfo. Los merenguitos ya no vivían tan tranquilli e il mio compagno de pupitre ya no tendría così facile continuare a fare coñas con los culés. Questa vittoria alumbraba un trance oscuro y mostraba a los fieles la senda del éxito. A partir de aquel instante ya no había nessuna scusa, habíamos dimostrato puntualmente la capacità di competere y había arrivato la hora de logros mayores, pero este es ocho.