F.C. Barcelona, 5-Real Madrid C.F., 0. No se trata de una paradoja temporal ni es un cuento de Borges. No estamos en enero de 1994. El espejo no engaña: más arrugas, más canas, más kilómetros en el contador. Han pasado casi diecisiete años que, parafraseando el viejo tango, no es nada. La estrella del Barça es un delantero bajito pero ya no se llama Romario sino Messi. El crack argentino no ha conseguido marcar pero ha ofrecido un exquisito catálogo de asistencias, regates y filigranas. No hubo ‘cola de vaca’ pero sí lentos rumiantes en la defensa rival. Pep Guardiola ya no ejerce de metrónomo en el centro del campo, ahora es el faro que guía a la nave institucional desde el banquillo. El arquitecto a ras de césped se llama Xavi Hernández y en esta noche mágica marcó el primer gol del partido y reivindicó su condición de favorito para obtener el Balón de Oro.
Estamos en 2010. El impresionante mosaico en un Camp Nou abarrotado es la antesala de una noche lluviosa y eléctrica. Benito Floro no se sienta en el banquillo visitante, la gran esperanza blanca se llama Mourinho. El técnico luso ha encajado la mayor goleada en su exitosa carrera como entrenador. “Una derrota fácil de digerir”, dice sin mucho poder de convicción en la rueda de prensa posterior al partido. Resulta imposible destacar a un único jugador azulgrana: el pundonor del gran capitán Puyol, los dos goles del Guaje Villa, la telaraña de toque, control y posesión tejida pacientemente por Sergio, Iniesta y Xavi, el conmovedor derroche de Pedro… El huracán barcelonista fue devastador y arrasó a un Real Madrid minúsculo, convertido en un muñeco de trapo, un gigante con pies de barro, un pálido espectro. Felicidad, orgullo, gargantas rotas.
Estamos en 1994. El cinco a cero lo marca Iván Iglesias pero esta noche va a ser el turno de Jeffren. La historia se repite y un actor de reparto sin frac ni pedigrí se cuela por sorpresa en la fiesta para marcar un quinto gol que desata caballos salvajes de alegría y recuerdos: Stoichkov sonríe, Bruins Slot levanta la mano hacia el cielo barcelonés con los cinco dedos extendidos, un gesto que esta noche imita Gerard Piqué con la complicidad de una grada entregada a la causa. Guardiola agradece ante los micrófonos el legado de Cruyff, con un discurso elegante y milimétrico donde no caben reproches a las groserías de Cristiano Ronaldo o Sergio Ramos. Es 29 de noviembre de 2010. F.C. Barcelona, 5-Real Madrid C.F., 0. El espejo no engaña: más arrugas, más canas, más cicatrices en el alma. Pero el mismo brillo febril en los ojos y una idéntica sonrisa de felicidad en los labios.
No le faltaba razón al histrión portugués: hoy, mañana y siempre, el Barça en el corazón.
En el día que cumplimos 111 años.