Han tenido que, supuestamente, sufrir en sus carnes a Clos Gómez para poner la lupa sobre este colegiado. Ahora, que no ayer. Tampoco la temporada pasada por ejemplo.
Y es ahora, precisamente ahora, cuando los fueras de juego mal pitados adquieren la categoría de acciones gravísimas para el nacionalmadridismo. Los fueras de juego mal señalados son, por otra parte, una suerte en la que David Villa podría esta temporada dar un cursillo acelerado a cualquiera de esta liga, porque le han pitado muchos, de todas las maneras posibles, en los que si algo no había era posición antirreglamentaria.
Pero hablábamos de Clos Gómez, “éste” arbitro. Aquí, en la inmundicia informativa ha caído el Marca, en un portada que se asemeja bastante a la penosa aquella de “Verdugo Turienzo”, y vapulea al árbitro por el gravísimo error de no pitar a gusto del nacionalmadridismo.
Llegados a éste punto es hora de recordar muchas cosas, como por ejemplo la defensa a ultranza que recibió el tal Clos Gómez en su particular pelea con Guardiola. Eran otros tiempos. El Real Madrid se jugaba la liga y el Barça era quién sufría la supuesta inoperancia arbitral del trencilla aragonés. En Almería, con uno menos y remontando el marcador, el Barça arrancaba un mísero empate que bien pudo costarle la liga. Y allí, en Almería, fue dónde Clos Gómez expulsó a Ibrahimovic en un empujón-zarandeo, a Guardiola por decir algo que posteriormente las cámaras demostraron como falso y no señaló un penalti sobre Ibrahimovic de libro cuando un jugador almeriense trabó dentro del área al sueco.
Ciertamente eran otros tiempos. Pero las similitudes son palpables en algunas cuestiones. Y lo son porque llueve sobre mojado y no se podrá decir que no tienen antecedentes. Porque sí, han vuelto las lineas irrespetuosas con las leyes de la perspectiva. Por segunda vez en menos de un año. Por segunda vez se pretende lavar los cerebros del personal con mentiras. Con burdas mentiras.
Supongo que el bueno de Clos Gómez ya ha cometido el pecado capital del arbitraje de este país, un pecado capital que por otra parte no es pitar un partido manifiestamente mal, sino que es pitarle un partido manifiestamente mal al Real Madrid. Que no es lo mismo.
Y sin embargo existe otros números, no necesariamente escudriñables aquí, que cuentan otra liga. Son, por ejemplo, los penaltis a favor, los levantamientos de castigo, las notificaciones en plan “sí pero no” autorizando y poniendo a los pies de los caballos al Barça ante la posible suspensión de un partido de liga. Y también hay penaltis de risa señalados contra los culés como es el de la jornada inaugural en Santander. O el agravio comparativo en las sanciones a Sergio Ramos y otros jugadores.
Así está la propaganda de este país, llora que te llora, igual que Mourinho, y de la forma que no hacían cuando un error arbitral dejó contra las cuerdas al Valencia. Tampoco tengo costancia de peticiones de justicia cuando Xabi Alonso manoteaba balones en el área cual inquilino del Staples Center.
El periodismo deportivo de este país está corrupto de cabo a rabo y no es ya más que los míseros altavoces de lo que ellos creen un sentimiento, el blanco que o empaña, empeñado en poner toda su potencia de fuego en pos de la victoria por encima de todas las cosas y personas.
La última bajeza del nacionalmadridismo es la enésima aparición en una de sus portadas de un trencilla señalado con un sospechoso punto en la cabeza.
No quiero ni pensar qué se la pasó por la cabeza a quién colocó aquella llamada de atención cefálica en el señor Clos Gómez.