El Barça de Chichi y Pascual, de Navarro y Ricky, de Sada y Anderson, volvió a citarse anoche con la historia. En Madrid, contra el Madrid y empatando a copas al Madrid. Un, dos, tres… botifarra de pagès, que cantó La Trinca. Diechiocho son ya los añitos sin Copa de una sección que pasó de histórica a histérica con el imparable crecimiento del Barça de Aíto primero y del Baskonia de Querejeta después.
Que doce de esos años de sequía blanca copera hayan premiado a los dos azulgranas de la ACB (seis veces cada uno) podría minimizar los daños a un simple cambio de guardia; que en este período hayan pillado cacho tanto outsiders de enjundia -Unicaja, Estudiantes, Pamesa, Joventut (2)- como baloncesto sin presupuesto como el del Manresa deja entrever mayores lagunas.
Anoche quedaron disimuladas durante gran parte del partido tras el buen planteamiento de Messina y la notable disposición de sus hombres en el esfuerzo. Mucho de Prigioni detrás, algo de Rodríguez delante, Suarez en todas partes, Tomic en el primer tiempo, Mirotic en los minutos de la basura, Llull y Tucker ni en esos, Felipe y Fischer viendo pasar rebotes, Begic y Garbajosa empatando a todo, Florentino twitteando… Que la Copa de Ettore haya sido buena no va a evitar que los tragos vayan a ser malos.
Entre cuatro (Reyes, Begic, Velickovic y Fischer) de los seis tipos con talla de pívot del Madrid sumaron cinco puntos en juego y uno de valoración. Los jóvenes Tomic y Mirotic se juntaron para llegar a 20 y 27, insuficiente para compensar el desacierto exterior de sus compañeros y contener la fuerza compartida de los hombres altos azulgranas, que aportaron lo necesario para someter al contrario.
Los pívots fueron intendencia en la final, el protagonismo fue para la fuerza del conjunto, personificado más que nunca en el trabajo y los números de Víctor Sada, teórico tercer base al inicio del proyecto y que ayer condujo con mano sabia a su equipo a lomos de 7 puntos, seis rebotes, seis asistencia, tres balones recuperados y un solo tiro fallado en 27 impecables minutos. A su lado, otra joya: Alan Anderson, llegado en noviembre y MVP de la Copa en febrero por obra y gracia de un talento descomunal, un carácter a medida de un equipo ganador y un ojo clínico. El de Creus, sí, que sigue sacándose ases de la manga.
El último de ellos ha sabido suplir primero a Pete Mickeal en el equipo, a los nervios del recuperado Ingles en la final y a Navarro en el liderazgo de un partido clave en el que el de Sant Feliu se supo sacrificar para el equipo. Aceptó el buen scouting de Messina sobre su persona y no se empecinó como otras veces en vencer con exceso de intentos la buena defensa ajena. No todos los divos saben echarse a un lado.
Otro que ha aprovechado la cita copera para afianzar su posición de privilegio es Xavi Pascual, que por segunda vez en dos días supo aprender del repaso táctico que estaba recibiendo en el primer tiempo para acabar acribillando el parcial del segundo. Ivanovic y Messina golpearon primero, Pascual los fundió después.
Con la calidad y profundida por bandera, y con unos valores de equipo que su técnico elogió al final, el Regal Barça sigue dominando tanto el baloncesto continental como el doméstico y ya comparte reinado en una competición que, bajo el nombre y abrigo del Generalísimo fue 17 veces blanca por 7 azulgrana y que el color de la democracia ha llevado a un parcial de cinco a quince. Cosas del deporte.