El “Aquest any sí” es un símbolo de los años de travesía del desierto blaugrana. Pasaron los años 70 y los 80 con dos miserables Ligas, veinte años y dos Ligas. Por eso, cada año en el Gamper se abría la temporada con la ilusión del “Ja tenim equip” o del “Aquest any sí!”. Después, la fatalidad, una lesión inoportuna, una hepatitis y hasta un secuestro borraba de golpe la esperanza del barcelonismo que acababa ahogando sus penas con alguna Copa y un par de Recopas. Es tan simbólica la expresión que el gran Antoni Bassas cuando realizó los memorables programas en celebración del centenario blaugrana, acomodó la frase al evento con el ya mítico “Aquest any cent!”.
Viene esto a cuento porque, afortunadamente, hoy en día ganar una Liga no es una acontecimiento sino más bien todo lo contrario y cuando el máximo rival se lleva algún campeonato parece que lo restemos de nuestro casillero como si los títulos fueran ya de nuestra propiedad. De hecho, me ha venido a la mente la famosa frase al pensar que, desde que este proyecto de Pep, continuado por Tito, tuvo su inicio se han ido alternando las Champions, año sí y año no, de tal modo que este año toca Champions, culerdos : “Aquest any sí!”.
Parece muy osado decirlo en febrero, cara a un partido de ida de octavos de final ante el antaño todopoderoso Milan, pero es lo que siento en este momento y tengo que soltarlo. Habrá dificultades, como siempre las ha habido, el Iniestazo o la terrible semifinal contra el maligno lo atestiguan, pero me da que este año está todo a favor para conseguirlo. Una Liga, si no ganada, casi, con 16 puntos de ventaja sobre los blancos dan para mucho, dan para reservarse a discreción y también para desconectar quince días de la Liga para poder centrarse en alguna eliminatoria complicada. Al menos estamos en las mejores condiciones para conseguirlo.
El año pasado no hubo color en la eliminatoria pues, pese a que el Milan estuvo clasificado algunos minutos, el 3-1 final dio lugar a pocas dudas. Todo el mundo recuerda más aquel golazo de Giuly a pase picado de Ronnie en 2006 en aquella ida de la semifinal en San Siro y aquel penalti que afortunadamente no pitaron a Schevchenko en el último minuto en el Camp Nou. Platinatow.
Estamos en una fase en la que se penalizan los errores y las debilidades como grupo afloran, una fase en que hay que aliarse con la fortuna, a veces esquiva como en “Carmina Burana”, una fase, en definitiva, en la que no solo pasan los que lo merecen sino los que más lo quieren. Tenemos que estar convencidos de ello.