Soy barcelonista, pero esto no tiene nada que ver con el barcelonismo. O sí.
José Mourinho, al final de esta temporada te marcharás de España y eso será un alivio para todas las personas dignas de considerarse como tales.
José Mourinho, pocas actitudes me provocan más rechazo que una inflamación purulenta de ego. Eso has sido tú durante tus años en el Real Madrid.
José Mourinho, tú, que sabes que como estrella mediática futbolística eres un ejemplo para toda la infancia, tú, fuiste a traición a por Tito Vilanova para clavarle tu dedo en su ojo. No fue un codazo en el medio de un calentón de una discusión que se os había ido de las manos, dos no pelean si uno no quiere, etc. No. Tú, José Mourinho, le dijiste a todos los niños madridistas: niños, si queréis herir a alguien, a sangre fría y de manera premeditada, para conseguir vuestro objetivo, hacedlo. Y después, si acaso, decid que no conocéis de nada al agredido. O decid que las notas de Bárcenas son falsificadas. Qué más da. El grafólogo que diga lo que quiera. El vídeo que diga lo que quiera. El libro de averías del metro de Valencia ya lo haremos desaparecer.
José Mourinho, provocaste que muchos amantes de los Barça-Madrid y de los Madrid-Barça deseásemos que nunca más se enfrentasen estos dos equipos. No por miedo a que perdiera el Barcelona, no. Llegó un momento en el que tener que presenciar tu despliegue de mentiras, fanfarronadas, insinuaciones victimistas, karankismos calculados, tener que verte en la televisión era lo último que queríamos.
José Mourinho, estabas convencido de que contra el Barcelona, que tenía esa aura de santidad, no sé si exagerada, tú tenías que oponer el demonio, el infierno. Cuanto peor, mejor. El defensa Pepe aleccionado por ti para romper las piernas de quien fuese necesario. Y fallaste. En muchos momentos parecía que serías campeón de la Champions League después de despreciar y burlarte de toda Europa. Por suerte no lo has conseguido.
José Mourinho, ésta no te la perdono: desquiciaste a Josep Guardiola. Sé que ése era uno de tus objetivos principales: machacar y humillar a Guardiola. No podías tolerar que alguien ganase comportándose como una persona digna y educada. Guardiola no es Dios, pero en la escala de dignidad de las personas siempre ha estado 10 kilómetros por encima de ti, y lo sabes. Guardiola posiblemente se fue porque no compartía la manera de trabajar de Sandro Rosell, pero seguro que tuvo mucho que ver también que te quería perder de vista. Cuando Laporta (otro que no es Dios, pero esa es otra historia) dejó de responder a tus bravuconadas, le tocó a Guardiola responderte. Y sí: en las salas de prensa eras el puto amo. El puto amo al nivel de Montoro hablando de Gerard Depardieu, el puto amo al nivel de Belén Esteban diciendo “mentiendes?”, ese otro puntal podrido de la estructura de la estulticia supina.
José Mourinho, tu fuiste hasta ayer mismo el lado deportivo de la estafa económica, política y social en la que estamos metidos.
José Mourinho, tengo que agradecerte una cosa: cuando llegué a Madrid hace un año no me sentí extranjero por ser del Barça. Gracias a ti, pude conversar con muchos madridistas y ponerte a caldo juntos: barcelonistas y madridistas antimourinhistas juntos por una buena causa.
José Mourinho, ya me despido. Solo quiero que sepas que eres el tipo de persona que espero que nunca triunfe en la vida. Espero que más pronto que tarde la sociedad racional, ética, cariñosa, te vaya dejando cada vez más solo.
José Mourinho, como me decía un madridista convencido y divertido, no como tú: que lleves tanta paz como descanso dejas.