A mí Lucho me ilusionaba de entrada… me mosqueó un huevo cuando mandó a Deulo a Sevilla… me ilusionó en el arranque de campeonato… y me tenía con la mosca detrás de la oreja desde hace ya unos cuantos partidos. Y muy probablemente sea verdad que no ha sabido evolucionar el equipo… que a la falta de juego ahora se suman la falta de resultados… que parece no encontrar alternativas y que por no hacer, ni siquiera ha encontrado acomodo a los tres bichos arriba.
Pero no querer ver más allá, o una vez más, hablar del dedo cuando tenemos una luna bien gorda tras él, es quedarse en la superficie. Es no querer ver la mediocridad en la que nos han hundido estos mierdasecas de la junta… los problemas estructurales bestiales de una plantilla que ha ido perdiendo calidad y ambición de una manera lastimosa… la cantidad de cientos de millones de euros que se han ido por el camino.
Porque sí; Tito no era Pep, el Tata parecía Kunta Kinte en una reunión del KuKluxKlan y ahora Lucho está más perdido que un pulpo en un garaje… pero los tres son también profesionales de élite con mucho bagaje en el fútbol… y cuando la cosa falla tantas veces y con síntomas recurrentes, lo que es evidente es que el problema no está ahí. O al menos, no sólo ahí.