El Barça tacha partidos del calendario como los presos, con más ansiedad que alegría, como si lo único importante fuera llegar al último día, como si el camino hasta el final fuera una molestia más que un motivo para disfrutar.
Ayer el Barça encaró el partido contra el Almería como un estorbo, como algo que no apetece pero que hay que solucionar con rapidez. Y se notó. A un ritmo que recordaba los peores momentos del tatismo marcado por un gran jugador que ya ha cumplido los 35 años el Barça carecía de movimientos de ataque ni profundidad facilitando el trabajo a una defensa improvisada en un solo entrenamiento por Sergi Barjuán.
Afortunadamente cuando empezábamos a estar incómodos en nuestros asientos, el de siempre, el que añoraremos desde el mismo instante que decida colgar las botas, se sacó un zurdazo de la manga y abrió la lata de verduras almerienses.
Ni siquiera el golazo de Messi despertó al equipo que siguió en su somnolencia hasta el descanso.
A la vuelta del largo intermedio, quizás espoleados por Luis Enrique, los jugadores salieron algo más despiertos y apretaron bastante al rival. En una de esas, otro zurdazo de Suárez se convirtió en el 2-0 y en la sentencia al partido. El 3-0 fue de un gran cabezazo de Bartra tras un buen córner sacado por Xavi y el 4-0 una contra conducida por Pedro que generosamente asistió al uruguasho para que marcara a placer el segundo de su cuenta personal.
Poco bagaje para quien quiere ser campeón de Liga con momentos de absoluta desidia que incluso permitieron al desahuciado Almería acercarse con peligro en alguna ocasión. El Barça de Luis Enrique se ha activado ante los grandes retos y ahora viene un Tourmalet con Sevilla-PSG-Valencia-PSG. Ahí es donde deberá dar la talla. Pasamos la página del Almería.