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Crónica

Voló el comodín

Una lástima. Una ventaja que nos costó más de cuatro meses en recuperar nos ha volado a las primeras de cambio y ese comodín que todos nos guardábamos para el Calderón ya no existe y tendremos que jugarnos otra vez el título con el Cholo en el último suspiro de esta Liga.

Una lástima igualmente porque el partido del Pizjuán estuvo más que ganado cuando, tras unos magníficos primeros minutos y meter el 0-2, una combinación de errores metió al Sevilla en el partido y, finalmente, nos arrancó dos puntos de una forma inmerecida.

Iremos por partes. Luis Enrique salió con todo en Sevilla, sabedor de que los andaluces están en un momento muy dulce de la temporada y que las posibilidades de campeonar pasaban por ganar en el estadio sevillista. Alguien me dirá que Mathieu no es titular pero yo creo que después de los dos goles decisivos que marcó ante Madrid y Celta le había robado la posición de central a Machete.

Bueno, vamos al grano. El Barça salió en plan dominador y buscó ganar el partido desde el centro del campo, algo que no había hecho desde la ida contra el City y volvió a ocurrir algo parecido. Esas triangulaciones primorosas, ese toque infinito que hace que el rival ni la huela exige un nivel de concentración y confianza que estos jugadores no tienen durante más de 30-40 minutos. Y ayer, como en el Etihad, en la segunda parte se desdibujaron unos trazos magistrales que se vieron en la primera parte.

En esos primeros 35 minutos se vieron los goles del Barça. El primero, de Messi, muy parecido al que abrió el marcador contra el Almería: situación de extremo derecho, se acerca hacia el centro y suelta un disparo con rosca. Un gol espléndido. El segundo de una falta lanzada por Neymar de forma magistral en la que no le dio más opción a Sergio Rico que hacer la estatua. El Barça pudo rematar el partido porque Suárez, muy fallón toda la noche, desperdició una clara con 0-2 en el marcador.

Hay una ley en el fútbol que dice que el que perdona acaba pagando. Y así fue. Tras la ocasión marrada por Suárez el equipo se desconectó unos minutos que los aprovechó el siempre incómodo Banega para buscarnos la herida que sangró por Bravo. El argentino se sacó un buen disparo que nadie estorbó y el chileno no estuvo fino con los puños y el balón entró tras dar en el palo.

La segunda parte fue una réplica de los últimos minutos de la primera, con Suárez fallando ocasiones claras y el Sevilla aprovechando la desconexión barcelonista. Así y todo el Barça supo sufrir hasta que un error de Piqué condenó al equipo de forma fatal y en una jugada en la que Reyes se fue de Busquets el Sevilla acabó empatando el partido. A la contra.

Unos hablarán de Luis Enrique, que no aportó nada desde el banquillo, otros de fallos individuales de Bravo y Piqué, pero a mí lo que más me llamó la atención es la diferencia de juego entre la primera y la segunda parte. No alcanzo a entender cómo se puede jugar tan bien y tan mal en el mismo partido y, sobre todo, la dificultad endémica para cerrar un partido que era vital para nuestras aspiraciones.

No quiero desmoralizar al personal. Hay un dato que me invita a la confianza: el equipo, este año, siempre ha reaccionado bien tras un tropiezo y espero que así sea en los dos próximos importantes partidos en París y contra el Valencia. Seguimos dependiendo de nosotros pero ya no podemos fallar. Lo que tengo claro es quiénes no van a volver a fallar. Preparen toneladas de tila para este mes y medio que nos queda, nos harán falta.