La cantera, más allá de que bien gestionada, puede ahorrar millones de euros (e incluso generarlos), tiene sobre todo un valor identitario bestial. Messi no sería Messi si no hubiese pasado por la Masia. De Xavi, tres cuartos de lo mismo… y no hablemos ya de futbolistas como Puyol. Ese nivel de identificación, esa ‘simbiosis’, es dificilísima de lograr sin jugadores de la casa. ¿Que ahora puede venir Pogba, o quien sea, a mejorar el equipo, e incluso a hacerle todavía más ganador? Pues sí. Pero es que al final, llega un punto en que este equipo, este Barça, se puede convertir en ‘un club más’. O sea, que la identidad se irá a la mierda; que el Barça será once tíos muy buenos que ganan, pero que visten de blaugrana igual que podrían vestir de azul celeste, o incluso que en vez de en Barcelona, podrían estar en Moscú.
Haciendo una analogía, el Barça es hoy la Sagrada Família, pero podría acabar siendo el pabellón de Barcelona de Mies. Ambos son edificios históricos, referencias arquitectónicas de su época… pero la obra de Gaudí forma parte de un contexto, de una época concreta, de un estilo íntimamente relacionado a su autor y a su ciudad. Mientras, la obra de Mies es casi un concepto; algo que está en Barcelona de la misma manera que podría estar en Aquisgrán o en Chicago, que incluso se demolió para después volverse a construir.
Y sinceramente, yo sí que tengo cierto temor a que el Barça deje de ser la Sagrada Família…