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Crónica

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Imagino que no conocerán ustedes los secretos de la pilota valenciana, o también llamado trinquete por el recinto donde se juega, pero les diré que es un juego que no se entiende si no hay apuestas. Así, cuando se inicia la partida, hasta que no hay apuestas serias, hay un intercambio insulso de puntos sin competitividad hasta que el trinqueter anuncia que ya hay suficientes apuestas y pronuncia el mítico : “Va de bó”

Pues me ha venido el trinquete a la cabeza porque, pensando en la evolución de este equipo, estoy convencido de que hemos pasado de un fanático gusto por el sistema y también por la estética a un grupo en el que lo más importante es la competitividad. Así se explica que conforme, a priori, más flojo sea el envite menor respuesta tenemos del equipo, y a la inversa, míticos son los partidos de este Barça actual en octavos, cuarto y semifinales de la pasada Champions.

Eso nos lleva lógicamente a una pretemporada en la que los amistosos se contaban por derrotas y a una temporada en que la norma es dosificar esfuerzos y en la que se pueden ver consecutivos el buen partido ante un siempre exigente Atlético y el flojo partido de ayer ante el débil Levante.

Si a ello añadimos que Luis Enrique tuvo que hacer recambios para dar merecido descanso a piezas básicas del equipo y que dichos recambios demostraron que están varios peldaños por debajo de los titulares nos encontramos ante un partido que, sinceramente, hubiera preferido que dieran por BeiN sports. Y no verlo.

Yendo a lo trascendente, un Barça, con exceso de conducción y a arreones pudo aprovechar en la primera parte los errores en defensa de los granotas si Neymar, Sandro y Munir hubieran estado algo más finos en la definición pero tuvimos que apretar la tecla de FWD para ver si pasaba algo en la segunda parte.

Y así fue, nada más comenzar la segunda parte, Messi hurgó a la débil defensa levantinista con un pase bombeado que aprovechó bien Bartra, el único inspirado anoche, con un control con el pecho y posterior definición con el pie.

Lo que suele pasar: fue abrirse la lata y venir las ocasiones claras. Así, en un pase largo de Alves, que ayer reaparecía, Neymar pudo rematar hasta dos veces hasta que se la pudo colar entre las piernas a dos defensas y convertir el dos a cero. En la jugada posterior, Borbalán pitó un claro penalti a Neymar que Messi convirtió en el tres a cero y, poco después, el árbitro volvió a pitar penalti en otra falta a Messi dentro del área. Esta vez lo tiró por encima del larguero.

Para no quedarnos con el mal gusto de boca del penalti fallado, el más grande nos obsequió con una jugada de la casa en la que, sorteando a cuatro defensas, la colocó en el palo contrario del portero para redondear el marcador. Lástima que no redondeara el hattrick.

Lo dicho, este nuevo Barça ofrece competencia, sobriedad y dar la cara pero no esperen monumentos a la estética de grupo, eso, para bien o para mal, pasó a la historia. Ahora el calendario vuelve a ser exigente este miércoles en Balaídos, ahí no tengo dudas de que volveremos a ver a un buen Barça y volverá Piqué. Pasar página.