Tirar de casta te hace ganar partidos pero no campeonatos. El equipo, ayer, superado por las circunstancias adversas, supo ganar por bemoles, o por acumulación de testosterona personificada en un diamante en bruto que se llama Luisito Suárez que tiró del equipo como no supieron hacer otros y, como en las películas americanas, tuvo su particular final feliz. Pero el equipo ayer careció de fútbol y de recursos, siendo avasallado materialmente por el buen planteamiento del Leverkussen que ahogó durante 60 minutos todas las salidas del equipo dando una sensación de equipo muy superior.
Porque ayer vino un muy buen equipo a Barcelona en el peor momento del equipo en su primer partido en el Camp Nou tras levantar la quinta Champions el pasado 6 de junio. Y el público respondió como si lleváramos cinco años sin ganar ningún título, cortos en aplausos y ánimos, como viene siendo habitual, y generosos en los pitos que asomaron a las primeras de cambio especialmente contra Ter Stegen o Sandro, cuando más necesitan de su apoyo. Me sabe mal decirlo pero es la peor afición del mundo.
El partido comenzó fatal, con un córner muy bien sacado por el especialista del Bayer y rematado en el primer palo ante la pasividad del infumable(?) Mathieu y la sorpresa de Ter Stegen que no está teniendo nada de suerte en este inicio de temporada, como el resto del equipo. El Barça no tuvo reacción y el equipo alemán hubiera podido adelantarse en el marcador si delante hubiera tenido un delantero TOP. Afortunadamente tenía al Chicharito que demostró por qué lleva varios años siendo suplente.
Así las cosas, como decía Igor en El Jovencito Frankestein “Podía ser peor, podía llover” y, efectivamente, llovió: se lesionó Iniesta el único playmaker en condiciones que nos quedaba en el equipo. Ante esta situación Luis Enrique reaccionó y cambió el sistema: tres centrales y dos laterales con recorrido, Alba y Alves con Busi y Roberto de pivotes y Neymar, Suárez y Munir delante con libertad.
El equipo funcionó mejor con este sistema y, aprovechando el cansancio de los alemanes, comenzó a frecuentar el área de Leno. Así en una buena jugada que inicia Roberto, éste abrió a Alba a banda y sacó un buen centró para que Munir rematara de primeras, el rechace lo recogió el omnipresente Roberto que empató el partido. El empate dio un subidón de adrenalina al equipo y a la grada que pasó de los pitos a los aplausos (tarde) y casi en la siguiente jugada, Munir hizo una buena jugada individual en banda derecha y cedió a Suárez que remató con el alma a la escuadra de Leno. Con la euforia, al grandérrimo charrúa todavía le dio tiempo para dedicarle el gol al 10 que estaba mirando el partido en el vestuario.
La victoria le da un vuelco a una situación que se había convertido en dramática en Champions y pone al Barça líder a la espera de sus dos partidos contra el BATE Borisov. Ahora queda el chungo partido en Sevilla y el balsámico (quién nos lo iba a decir) parón por selecciones. Tenemos demasiado corazón, veremos si ponemos algo de fútbol. Lo necesitamos.