Comunicado oficial del Cartonian Observatory:
Les supongo al tanto del histórico evento que ha acontecido hoy. No se viven tantas jornadas HISTÓRICAS a lo largo de una vida como para dejarlas pasar así como así. Por tanto, y como espectadores de lo inédito, como testigos del prodigio, como privilegiados contempladores de la HISTORIA, es nuestra obligación moral levantar acta de la ocasión para dejar constancia de lo ocurrido. Por nosotros y (sobre todo) para nuestros descendientes.
Como bien sabrán, la prestigiosa trayectoria del Cartonian Observatory se ha caracterizado por el estudio riguroso de los devenires capilares, la alerta temprana sobre desertizaciones inminentes ocultas al ojo poco entrenado y (sobre todo) por denunciar el Trilerismo Capilar. “Hoyga ¿pero que hay de malo en el Trilerismo Capilar? ¿No es lícito que el sufriente cartonero utilice cualquier simulación que le ayude a sobrellevar tan pesada carga?”. Por supuesto que no hay nada intrínsecamente “malo” en apostar por el comodín trilero. Cada uno mitiga su dolor como buenamente puede y ello (per se) no alberga comicidad alguna ni merece nuestra censura. El Trilerismo Capilar que ésta institución denuncia, denosta, critica y expone descarnadamente al juicio público es aquel que se presenta a sí mismo henchido de trileridad pilosa, aquel que te espeta indisimuladamente “Jajaja, cartonerdo. No te has percatado de mi truco. Te la he metido doblada ergo soy más listo que tú”. Y por ahí sí que no, caballero. Le miro a usted, Mendieta. No se me esconda, Anasagasti. Sí, sí, Je Accuse, Jordi Cruyff…
Por todo lo que antecede, lo que hoy ha hecho Don Andrés Iniesta merece nuestro más sentido standing-ovationeo (?) y humilde genuflexión. Recordarán que bien pronto afloró el cartonismo en su noble testa y, con mayor o menor acierto, lo arrostró con encomiable dignidad: cortedades laterales, ligeros volúmenes superiores, rapados extremos en ocasiones…Digamos que el hombre hacía lo que podía con el material del que disponía. En todo caso, nunca incurrió en la felonía Baleística de dejarse melenaca para taparse la rotonda trasera con una ridícula coletita. ¿Acaso se les ocurre mejor definición de “Trilero Capilar” que esa?
Del mismo modo que no se tiene noticia de nadie que haya vuelto del otro barrio para comentar la jugada, tampoco se conoce de ninguna alopecia que recorriese de forma natural el camino inverso (sin intervención médica, of course). Esta tristérrima evidencia científica condenaba fatalmente al cuero cabelludo de nuestro titán, imponiéndole una fecha de caducidad que podría estirarse en mayor o menor medida (mención de honor para el jabatesco aguante de ese mechón frontal que ahora parece entregar la cuchara, después de años de enconada batalla) pero que no se contaría en años, sino más bien en meses (Off topic: si la frase anterior les ha parecido farragosa, barroca y difícilmente descifrable, recapaciten: yo opino lo mismo y encima he tenido que escribirla. Así que menos quejas y respeten mi dolor. De nada).
Disculpen si el orígen de nuestro entusiasmo les resulta incomprensible a éstas alturas del tochaco. Llegar ahí, llegaremos, pero si algo nos gusta casi tanto como escrutar perolos ajenos es la divagación sin rumbo, el recrearnos en la jugada, tener el gol ahí, ahí, pero dar otro pase, tirabuzonear el tirabuzón, regocijarnos con la creciente indignación ajena mientras improvisamos jazzísticamente… Además, admítanlo. Si siguen leyendo es porque creen que ésto tiene algún sentido y lleva a alguna parte. Anda que si ahora les digo que no…Naaah, continuemos 😛
Enfilemos la recta final hacia el meollo del cogollo ¿Es posible que alguien ostente el mismo calibre moral que profesional? Baje la mano, Sr. Mugrinho. Queremos decir en cuanto a excelencia. Difícil me/nos lo pone/mos. Todos conocemos casos de prestigiosos neurocirujanos que aceleran el paso y fingen mirar el móvil cuando una viejecita cae ante sus ojos. Quién no sabe de bellísimas personas, honradas a carta cabal pero que se verían en un tremendo aprieto para completar satisfactoriamente un puzzle de 2 piezas. Y luego existen insularidades de excelencia, insólitos agrupamientos de virtudes corporeizadas en un único individuo. Pongamos que desempeña usted al más alto nivel una profesión expuesta inmisericordemente al ojo público: miles de fotos al día, focos delatores, lluvia, sudor y todos esos elementos que delatan con descarnada crudeza el incipiente cartonismo ¿Quién no recurriría al trilerismo para mitigar la desesperación ocasionada? ¿No se imaginarían constantemente señalados?¿No adivinarían con abatimiento el gesto decepcionado y amonestatorio en cada mirada, ese ojo que se desvía indisimuladamente hacia arriba mientras le firman el autógrafo? ¿Acaso no les parecería que sólo se les acerca gente con pelazo? ¿No escucharían sus pensamientos schadenfraudescos “Vale que estés forrado y juegues del copón, pero éste pelazo que llevo te lo comes in-your face?”.
Hoy, Don Andrés Iniesta ha asestado un metafórico puñetazo (o cabezazo, como quieran) sobre la mesa. Ante los ojos atónitos de todo el planeta Tierra, ha aparecido con el sol naciente a su espalda recortando su mítica figura, sentenciando desafiante ante la audiencia: “Mirad mi cartón, oh humanos. Nada en él me avergüenza porque él soy yo y sin él no sería yo. Celebro aquí y ahora su menguante vigor con ésta rala cresta que grita ‘He venido para quedarme y no me importan vuestros prejuicios. Soy lo que seréis y seréis lo que soy, signifique eso lo que signifique. Podría seguir toda la mañana soltando frases pseudo-míticas pero creo que pilláis el concepto. Además, hay un partido que jugar y no va a ganarse sólo. Hale, a pelarla’ “.
¡Loor! ¡¡LOOR!! ¡¡¡LOOR!!!