El Barça de Lucho tiene muchas virtudes y algunos defectos, pero una cosa que desde luego no se le puede negar es esa facilidad para convertir partidos a priori difíciles en victorias fáciles y sin excesivo desgaste. Ayer el choque en Eibar pintaba a encerrona: campo pequeño, ambiente caldeado, rival de la zona alta (aunque en clara cuesta abajo), lluvia, horario poco apetecible, bajas de hombres importantes en el once inicial… y sin embargo, una vez más y pese a (también una vez más) no practicar un juego brillante, el encuentro estaba prácticamente sentenciado al descanso, con los azulgrana permitiéndose el lujo de regularse toda la segunda parte, de sacar a titularísimos del campo para ahorrarles minutos, y de forzar la amarilla de Machete.
El encuentro se empezó a encarrilar pronto: en el minuto 7, Messi mandaba un balón en profundidad a Suárez, que desde la banda derecha ponía el balón para que Munir, a puerta vacía, adelantase a los culés. No puede decirse que el partido ‘muriese’ ya ahí, pero sí que dejó muy tocadas sus constantes vitales. Suárez pudo poner el segundo y la puntilla definitiva solamente dos minutos después, en una buena acción que acabó en un chut alto con la izquierda También Munir en otro balón en profundidad de Messi, pero el canterano dudó entre el chut o el pase a Lucho y la jugada acabó malbaratándose. Poco más hizo el Barça en toda la primera parte, mientras que los eibarreses parecieron ir soltándose poco a poco. Sin embargo, sus escasas y estériles intentonas (siempre a base de balones largos o centros) eran abortadas una y otra vez por unos enormes Piqué y Mascherano. Ya en los últimos minutos de la primera parte y precisamente cuando más envalentonado estaba el Eibar, encerrando al Barça a base de presión arriba, llegó la sentencia por parte de Leo. Capa le regala el balón a Munir en el centro del campo, este se la da a Messi que avanza hasta el área y, cuando parece que se la devolverá al canterano para que remate, opta por escorarse, dejando atrás a dos rivales y cruzando suavemente fuera del alcance de Riesgo. Golazo… aunque tratándose de Messi lo parezca menos. Y sobre todo, punto final al match.
La segunda parte fue un plácido transitar hasta la victoria final. Quizá lo más destacable fue la frustración de Suárez, que resultó en una serie de faltas seguidas y acabó con un manotazo y su consiguiente tarjeta; que es la cuarta y se antoja peligrosísima cara a lo que viene. Esperemos que se sepa guardar, porque el concurso del uruguayo es crucial tanto en Villarreal como sobre todo en el clásico, quizá los dos últimos grandes escollos que quedan en liga. Por lo demás, destacar que por fin el Barça volvió a marcar de penalti. Fue, quién si no, Leo, y tirándolo de la manera que lo hacía antes: mirando hacia qué lado se vencía el guardameta y poniendo el balón en cualquier otro lado. A veces, lo más fácil es lo más adecuado. Y por último, el golazo de Suárez que supuso el cuarto. Control, caño, tarascada del defensa sin que el charrúa se inmute, y punterazo al palo largo. Sin duda este gol le ayudará a despejar fantasmas, ya que si bien sigue siendo valiosísimo por su juego sin balón y sus acciones puntuales, no le vendrá mal un poquito más de acierto con la pelota.
En definitiva, otros tres puntos al zurrón, otra jornada tachada en el calendario, un desgaste físico y mental muy escaso, una semana entera (por primera vez desde diciembre) para preparar el siguiente encuentro, y esa sensación de que este equipo crece y crece, y que será muy difícil que nadie le descabalgue, aumentando.