Sobre el tema de los Hooligans, los más listos fueron los brasileños en su Mundial mandándolos a seguir a su selección al Amazonas profundo (Manaus), con la secreta esperanza de que, de tan mala que es, ya no pasarían de la Fase de Grupos. Por eso, de volver a celebrarse una Eurocopa o un Mundial en España (harto difícil porque, junto a los JJOO, ya se han convertido en una cuestión de alta geopolítica donde solo pintan algo las Grandes potencias), aparte de hacer jugar a la República Checa, Polonia y Suecia en Barcelona, deberían enviar a Inglaterra a disputar sus partidos a Badajoz o Albacete. La modorra que les entraría a los hooligans, con la calda que cae al mediodía + la falta de estímulos ambientales, sería suficiente para que acabasen refugiándose debajo de los toldos de los bares, a jugar a las cartas con los paisanos hasta la hora del partido.
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Y la última selección inglesa que, por nivel de juego y grossitud de sus futbolistas (divertidos, canallas, juerguistas y con los mullets al aire), valió la pena animar fue la del Mundial de Italia’90 (por algo alcanzaron las semifinales): Lineker, Gascoigne, Waddle, Barnes, Platt (estrella mundial en el PCFÚTBOL),… Pero fue llegar Wenger, y sus menús dietéticos, al fútbol inglés y cargarse toda aquella generación de pendencieros alcoholizados. Además, los podías tifar poniéndote tu camiseta UMBRO, tus gafas de sol de pasta, mientras escuchabas esto, y quedar 25 años antes como el tío más a la última sin necesidad de pisar primavera sounds ni sonars:
Por cierto, al hilo de lo que alguien comentaba ayer [sábado 11 de junio], reconozco que, viendo los partidos desde el Camp Nou, soy incapaz de fijarme en otros jugadores que no sean los nuestros (aunque me pusiesen delante un FIFA XI proUNICEF con Van Basten, Baggio, Matthaus y Maradona, por ejemplo). Pero si hay dos jugadores rivales que me han llamado la atención viéndolos en directos estos han sido Wilshere (vuelta de octavos de final de la Champions 2010-11) y Banega: el primero, por tener la misma verticalidad de Iniesta para eliminar líneas de presión a base de conducción del balón en dirección a la portería; y el argentino, por su capacidad ‘xaviesca’ de manejar los tempos del partido con el balón en los pies.