Sobre el nivel tan paupérrimo de esta Eurocopa por el momento, recuerdo que mi hermano tuvo guardado durante mucho tiempo un SPORT del día después de acabarse el Mundial de Italia’90, muy crítico con el nivel futbolístico mostrado en el torneo (cerocerismo buscando los penalties, juego violento, planteamientos ultradefensivos,…) y asegurando que, entre todos (futbolistas, entrenadores, árbitros y FIFA), se estaban cargando el fútbol. Seguramente lo mejor de aquel Mundial fue su canción oficial (ojo a la cantante y su parecido a Ibra):
En cambio, del siguiente en EEUU guardo un gran recuerdo (lo cual suele pasar cuando se trata del primero que vives conscientemente): viendo los partidos, mientras cenaba en la terraza del apartamento de veraneo en Platja d’Aro, de la Rumanía de Hagi, la Bulgaria de Stoichkov, la Suecia de Brolin, el Brasil de Romario y Bebeto; el colorido de los estadios (sigue siendo el Mundial con mayor asistencia de público, gracias a que se jugó en campos de la NFL y a todos los aficionados norteamericanos descendientes de irlandeses en Nueva York, de italianos en Nueva Jersey, de alemanes y nórdicos en el noroeste, de mexicanos, etc); las camisetas adidas con rombitos de colores para Alemania y España; y algunos cambios normativos que modernizaron el fútbol (los tres cambios, la eliminación de la cesión al portero e incluso que el árbitro ya no vistiese de riguroso negro). Hasta llegué a hacer la colección de latas de Coca-Cola con la mascota del torneo (el perro Striker). Y todo esto a pesar que fue el Mundial donde la final se decidió en los penalties, del trivote Mauro Silva-Dunga-Mazinho, de las decepciones de Holanda, Argentina y Alemania y con Francia e Inglaterra sin clasificarse.
Curiosamente, el Barça iba a empezar la siguiente temporada teniendo a tres de los cuatro mejores jugadores del Mundial + la base de una de las selecciones cuartofinalistas. Pero Romario ya volvió a Barcelona con la mente puesta en las playas de Rio; Stoichkov, una vez conseguido su ansiado Balón de Oro, se descentró a base de peleas con los compañeros, con Cruyff y el club; Hagi no rindió al nivel esperado, y todos sabemos cómo acabó aquella campaña. Todo lo cual explica muy bien como de excepcionales son a veces estos torneos.
Por cierto, mi pequeño homenaje al gran Dani Alves, en su marcha del club, con una de esas imágenes que resumen la gluriosa Era Laporta: Jan agarrando del pescuezo al jugador que firma el contrato, la foto en la mesita con sus hijos canteranos y, al fondo, Txiki abstraído en el sofá, como si la cosa no fuese con él.