Soy bastante partidario de esa máxima que dice que ‘lo que no está estropeado, no lo arregles’… y por mal que nos pese en algunos aspectos, el fútbol funciona demasiado bien; sobre todo para mentes tan arcaicas y cuadriculadas como las que dirigen este deporte.
Sobre la profesionalización y la mercantilización desde luego no hay nada que hacer; es una gallina de los huevos de oro que crecerá y crecerá hasta que explote; y me temo que cuando eso suceda ninguno estaremos ya aquí para verlo. Que esta especie de ‘neoliberalismo balompédico’ vaya aumentando cada vez más las diferencias entre los grandes y los modestos, llevándose por delante a bastantes de estos últimos y abocándonos en medio/largo plazo a una liga de la superélite que convierta en residual todo lo demás, me parece inevitable. Pero por desgracia, como ya digo, esta tendencia a la desigualdad se da en la práctica totalidad de apartados de la vida, actualmente; así que no entiendo por qué el fútbol iba a ser distinto.
Respecto a las reglas del juego, las líneas maestras ni han variado ni variarán, y probablemente las mejoras tardarán más de lo que debería; pero seguro que aspectos como la revisión videográfica (en esta Ero ya hay ojo de halcón para los goles fantasma, por ejemplo), la estandarización de los terrenos de juego (en cuanto a dimensiones y también en cuanto a estado, ya que los actuales sistemas de césped artificial o híbrido ya se acercan muchísimo a la calidad del césped natural) e incluso el ‘reloj parado’ (aunque esto lo veo más lejano), se acabarán implantando. Es una simple cuestión de evolución… aunque es innegable que más lenta de lo debido.