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Desde el Barrio Rojo

Desde el Barrio Rojo: František Fadrhonc

La inmensa mayoría de aficionados al fútbol saben que la selección holandesa que participó en el Mundial de Alemania de 1974 se proclamó subcampeona, desplegando un deslumbrante y  revolucionario fútbol total. Pero lo que muchos aficionados desconocen es que aquella Naranja Mecánica estuvo muy cerca de no clasificarse para disputar el torneo mundialista en tierras germanas.

El sorteo de la fase de clasificación agrupó a Holanda junto con Bélgica, Islandia y Noruega. Las dos escuadras nórdicas eran bastante débiles, así que para el combinado holandés (cuya base era un rutilante Ajax de indiscutible hegemonía continental) los auténticos rivales a batir eran sus vecinos belgas, una buena selección que había logrado un meritorio tercer puesto en la Eurocopa de 1972.

Curiosamente, el seleccionador holandés era checoslovaco aunque nacido en tierras del imperio austrohúngaro. Se llamaba František Fadrhonc y al finalizar la Segunda Guerra Mundial había emigrado a Holanda, donde desarrolló una dilatada carrera como entrenador culminada con su nombramiento como seleccionador nacional (en la foto que acompaña a este post se le puede ver flanqueado por van Hanegem y Cruyff).

El último partido de la ronda clasificatoria, disputado el 18 de noviembre de 1973, iba a ser un decisivo cara o cruz: Holanda y Bélgica se enfrentaban en Amsterdam y, aunque ambas selecciones estaban igualadas a puntos, la diferencia de goles era favorable a los neerlandeses. En el minuto 89 el marcador reflejaba un empate a cero, resultado que daba el pase mundialista a Holanda. Pero en el último minuto del tiempo reglamentario el centrocampista del Anderlecht Jan Verheyen marcó un gol que clasificaba a Bélgica y enmudecía el viejo Estadio Olímpico.

Por unas décimas de segundo Holanda se asomó al borde del abismo, hasta que se escuchó el pitido salvador del árbitro soviético Pavel Kazakov anulando el gol por un inexistente fuera de juego (las filmaciones del partido demuestran que el jugador belga remató el balón en posición correcta). El encuentro terminó con el empate a cero inicial y, bajo la tutela de Fadrhonc, Holanda se clasificó para un Mundial por primera vez desde 1938.

Si el árbitro hubiese concedido aquel gol belga, agónico y legal, Holanda nunca hubiera sido la Naranja Mecánica  y Johan Cruyff  jamás hubiese participado en una Copa del Mundo. Así de frágil es la delgada frontera que separa la gloria del fracaso. Terminada la fase preliminar la federación holandesa decidió contratar a Rinus Michels como máximo responsable técnico de la selección durante la fase final del Mundial, relegando a Fadrhonc a un secundario papel de entrenador asistente.

František Fadrhonc, ya sexagenario, continuó su carrera como técnico en Grecia y Chipre, donde falleció en 1981. La quebradiza memoria del fútbol ha olvidado su nombre pero este trotamundos de los banquillos merece un reconocimiento por haber colaborado en la gestación de un equipo legendario y eterno que, paradójicamente, estuvo a punto de no existir jamás.