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Yoyalodije

Inglaterra y el Mundial

Puede que hiera la sensibilidad de más de uno aquí si digo que, una vez eliminado Messi, deseaba que Inglaterra ganase el Mundial.

No entro a juzgar si practican un fútbol más arcaico o rácano que otras selecciones, aunque tengo entendido que ya llevan unos años haciendo un buen trabajo en categorías inferiores, ganando varios campeonatos mundiales sub-algo (la muestra es que, al comenzar el Mundial, la mitad de sus jugadores no me sonaban de nada; todos esos Trippier, Maguire, Pickford,…). Entre otras cosas porque, a diferencia de otros, no busco la quintaesencia del fútbol en un torneo de apenas un mes (y eso para los que llegan a semifinales); jugado al final de una temporada futbolística ya de por si sobrecargada; donde en cada partido existe la posibilidad de irte para tu casa; y todos los futbolistas, sean el último de la lista (estilo como fue Ronaldo al Mundial’94, que no disputó ni un segundo) o la
principal estrella (mirar a nuestro pobre Messi después de cada edición a la que acude), juegan con el congojo de saber que sus aciertos o errores van a tener infinidad de implicaciones emocionales, sociales, económicas y políticas en su país (ya no entro en que te pueda ir incluso la vida, como al difunto Escobar). Si ya en la temporada regular, y en campeonatos ligueros donde las derrotas son bastante menos lesivas, todos los grandes clubes que tienen esos equipos hechos a base de talonario (y aquí no excluyo ni al Barça de Valverde, ni al PSG o el City de Pep, por poner tres ejemplos), que son poco menos que reuniones de FIFA’s XI entrenando juntos a diario, practican en líneas generales un fútbol bastante plano y aburridote, tirando a malo, durante grandes fases del año ¿Qué vamos a esperar de un Mundial o Torneo de la galleta?

Yo la belleza y pureza del fútbol la esperaba cuando era pequeño, todo era inocencia, y así te podían dejar un recuerdo imperecedero esas selecciones inesperadas, que parecían un rejunte de amigos jugando en la Meyland, como la Suecia de Brolin, la Bulgaria de Stoichkov o la Camerún de Milla (y eso que, si ahora me pusiese a buscar sus partidos por YouTube, posiblemente tendría la percepción que practican ese juego lentorro que parece todo el fútbol de antes del milenio, vive la final de Wembley del Dream Team). Pero, como he dicho otras veces, lo que a estas alturas me engancha del Mundial es su capacidad de ofrecerte entretenimiento, distracción y espectáculo televisivo (esas tandas de penaltis con shares en televisión del 70% en países que ni siquiera están implicados), incluso cuando lo que sucede en el terreno de juego es lo menos interesante de todo.

Simplemente decidí ir con ellos porque, si al final el fútbol es un estado de ánimo, pude hacerme una idea (por lo que he estado leyendo estos días) que si Inglaterra ganaba este Mundial se le iba a dar la alegría de su vida a algo así como 3 o 4 generaciones de ingleses, justo como la que tuvieron los franceses en el 98, los españoles en 2010 o los argentinos en el 86 (y más ahí viniendo de todo el tema de la Guerra de las Malvinas). Además, como ni siquiera me sale lo de hacerme el ofendido como europeo porque votaron por el Brexit. Aunque también puede que tuviese algo que ver el, como se dice ahora, ‘soft power’ que ejerció el britpop entre los que crecimos en los 90:

https://twitter.com/GaryLin…

Por cierto, ahora tiene gracia recordar cómo me hacía rabiar en el colegio que las niñas no tuviesen suficiente con los Back Street Boys y los Take That y se apropiasen también de grupos como Blur u Oasis, cantando sus canciones en la hora del patio, para acabar convirtiéndolos en fenómenos de hasta prepúberes.

 

 

 

https://twitter.com/GaryLineker/status/1017151498680225792