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Yoyalodije

El mercado de fichajes de Barça y Madrid

Este mercado de fichajes de Barça y Madrí me está haciendo recordar un verano que pasé en la Meseta, riéndome cada día que ojeaba el Marca por lo ilusionados que estaban con las contrataciones que realizaban, en una de las políticas de fichajes más absurdas e incoherentes vistas hasta entonces (claro que aún estaba por llegar el gaspartismo): Anelka, con su futura temporada protodembelesca (con la diferencia que sus tres goles los hizo en unas semifinales de Champions y en un Madrid-Barça, en lugar de a un equipo ramdom de la Liga con el campeonato finiquitadow); Baljic, el “Rivaldo” eslavo que se suponía iba a reemplazar a un
Seedorf medioapartado; y McManaman, que venía como extremo puro y acabó jugando la final de Champions de mediocentro defensivo. Resultaba gracioso, porque, además, lo comparaba con nuestro excelso mercado estival donde, a un equipo ya campeón,
estábamos sumando al nuevo Figo (Simao Sobrasao), aunque nadie lo hubiese visto jugar antes; al futuro Laurent Blanc (Dehu), que ya debe llevar jugados más partidos con los veteranos del club que con el Barça propiamente dicho; como suplente de lujo de Kluivert al delantero centro del equipo de moda de la Liga (Dani); y, la cirereta del pastís, el eternamente ansiado Jari Litmanen. No hace falta
decir quien acabó riendo el último.

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De hecho, como vienen haciendo cada verano, están reponiendo por BarçaTV el “Recorda Míster” (gran producción, como ya he escrito otras veces). Comprendiendo que, por sus características de dejar explayarse libremente al entrenador de turno, es un
programa tendenciosamente favorable a las tesis del míster (que en la mayoría de los casos pasan por quejarse que el Nuñes los destituía justo antes de que las cosas comenzasen a rutllar; que los fichajes ya les venían impuestos por la Directiva; que, como los campos de España eran unos patatales donde era imposible jugar al fútbol, siempre se acababa perdiendo las Ligas; o justificándose con las urgencias históricas del club). Aunque, en el caso de Rexach, se haga directamente apología de la vagancia extrema y del menfotisme, y de cómo alcanzar unos objetivos mínimos y paupérrimos, o caer eliminados “injustamente” en unas semifinales de Champions contra el Madrid, lo justifican absolutamente todo (una política de fichajes pésima, un equipo nulamente trabajado técnica y tácticamente, un juego ramplón, y ultradefensivo fuera de casa, para acabar haciendo el ridículo cada quince días en estadios como el Teresa Rivera).

O el de la primera etapa de Van Gaal donde, básicamente, la idea-fuerza es que en su última temporada (1999-2000) no se ganó nada porque Rivaldo se emperró en jugar por el centro. Claro, no tuvo nada que ver que, pese a tener un once titular ya hecho, se pasase todo el año inventando cosas como Zenden de lateral izquierdo, Bogarde en el extremo, o Ronald de Boer de mediocentro organizador en un 3-0 que nos metió el Madrí (el de uno de los goles de Anelka); que, después de unos catorce intentos, aún fuese incapaz de plantar una estrategia para frenar la velocidad del Piojo López, y del ataque del Valencia, que no pasase por una cubertura mixta de los velocistas Abelardo y Frank de Boer a 50 metros de la portería; o que hicieran un mes de mayo, justo cuando se deciden los títulos y se supone llevas trabajando al equipo toda la temporada para tenerlo precisamente en ese momento en su pico de forma más alto, bochornoso con un 0-3 del Mallorca en el Camp Nou (primera aparición del Helmano’o), derrota por 4-1 ante el Valencia en semis de la Champions y un 3-0 en la ida de la Copa del Rey en el Calderón.

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