En el universo real se quedaron el fútbol y un FC Barcelona que lleva ya 3 días en la ciudad condal preparando el partido de vuelta de la Champions contra el Manchester United.
Si al principio de temporada a un aficionado del Huesca le hubieran dicho que su equipo empataría un partido contra el Barça pero que ese empate le sabría a poco porque habían perdido una gran oportunidad de llevarse los 3 puntos, el aficionado en cuestión le diría a su interlocutor que vivía en un universo paralelo o bien que había visto demasiadas veces Interstellar. Pero quizá porque esta semana se ha visto por primera vez en la historia un agujero negro similar al de la película de Christopher Nolan, tal vez el aficionado oscense tendría algo de razón: nos encontrabamos en un universo paralelo. Ni el once titular, ni el esquema, ni la camiseta del equipo visitante eran realmente de este universo. De hecho, estaban los papeles tan invertidos que era el Huesca el que vestía de azulgrana.
Repentinamente el Estadio del Alcoraz se había convertido en una puerta espacio-temporal donde incluso Don Honesto daba la liga por finiquitada. Él, siempre tan precavido, dio rienda suelta a su imaginación: esquema revolucionario con tres centrales cual Maguregui de la vida. Rotaciones a mansalva. Malcom de lateral y/o carrilero. Tan diferente era este Don Honesto de su homólogo en el mundo real que hasta decidió contar con la cantera con hasta tres canteranos titulares. Aleña, Wague y Riqui ENP (El Niño Prodigio), quien se reivindicó para ser titular en el universo real con varios controles y un messianico pase para Dembelé. Pese a no estar acertado, Ousmane al menos solventó su vuelta sin lesionarse. Cosas del efecto Doppler. Y aunque no se trataba de un canterano, por la cerradura de esa puerta espacial adivinamos también a ver un proyecto de buen jugador: Todibó, a partir de hoy, Totbó si confirma en el mundo real lo apuntado hoy.
A ninguno de los nuevos chavalitos del Barça pareció pesarle la camiseta azulgrana (hoy salmón). El hecho de que jugase con ellos el primo Arturo, el de Zumosol, tal vez les hizo sentirse más seguros, a sabiendas de que alguien los defendería si eran agredidos por algún matón de barrio. Pero el Huesca, que aún no sabía en qué universo estaba jugando ni siquiera intimidó mínimamente a los canteranos. Y, precisamente, que fuese Arturo Vidal el mejor jugador de un partido de fútbol terminaba por confirmar que nos encontrábamos en una realidad paralela. En el universo real se quedaron el fútbol y un FC Barcelona que lleva ya 3 días en la ciudad condal preparando el partido de vuelta de la Champions contra el Manchester United.