Saltaba el Barça al Allianz Arena con algo muy parecido a su once de gala, excepto si AnsuFati vuelve a ser lo que apuntaba y desplaza a alguno de los actuales extremos. Equipo aún en formación pero que pintó muy bien, especialmente en la primera parte, donde acumuló ocasiones para haber, sino sentenciado el partido, sí dejarlo muy de cara. Y es que tras el primer fallo clamoroso de Lewandioski, quien más quien menos masculló un “de esas no falla dos el polaco”. Pero sí. Falló dos. E incluso tres. Robert –el gol llama a su puerta–mostró su lado humano y tuvo el punto de mira torcido en el día menos adecuado. No sería por desconocimiento del lugar: en este estadio marcó más de 200 goles.
Las ocasiones de Lewa, de Pedri, de Raphinha… llenaron de dudas a todo un Bayern que tardó casi media hora en tirar –desviado- a la puerta de Ter Stegen. Como desviados tuvo los ojos el colegiado holandés y sus asistentes del VAR: ninguno vio el claro penalti a DembeLOL. Fue la única acción reseñable de un Ousmané que volvió a dembelear en un partido importante. Sigue sin aparecer cuando hay que dar la talla y él solo perdió más balones que todos sus compañeros juntos.
La primera parte, a la que solo le faltó la guinda del gol, indicaba el camino a seguir por este renacido Barça. Y que arrancó la segunda parte con otra ocasión de Raphinha. De nuevo fuera. Pero ya se sabe que perdonar a un grande suele ser sinónimo de gol en contra. De corner, preferiblemente.Y mientras subía el 1-0, Sané arrancaba y el marcador continuaba su movimiento. Dos a cero sin comerlo ni beberlo. Groggys los azulgranas, se esperaba el habitual tembleque de piernas ante el previsible ciclón muniqués. Pero el Barça se mantuvo en pie. E incluso tuvo sus opciones de volverse a meter en el partido tras una fabulosa combinación entre Lewa y Pedri que el canario estrelló en el poste.
El Bayern, un equipo muy hecho, ya no dejó más espacio a la ilusión. Amenazante en la contra y sin ceder espacios atrás dejó que el reloj avanzase ante el ya impotente ataque azulgrana a quien solo le quedó el consuelo de la buena imagen dada y esa estadística que no importa, pero que le dio como vencedor: más posesión y más ocasiones. Aún falta colmillo, pero este equipo ya compite. De “perder dando pena” como el año pasado a “perder por errores puntuales” hay un salto importante. Todo quedará a expensas del doble duelo contra el Inter. El Bayern, de momento, es aún un hueso demasiado duro de roer para los chavales.