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Crónica

Siguiendo la hoja de ruta

Aunque el diccionario académico solo define hoja de ruta como “documento en el que constan las instrucciones e incidencias de un viaje”, el uso ha ido ampliando su significado y el diccionario ya recoge la acepción de “documento en el que se presenta paso a paso cómo debe hacerse un proyecto o cómo debe aplicarse una medida”. Y la hoja de ruta de este nuevo Barça pasa principalmente por tener buenos resultados.           

Porque jugó mal el Barça. Por suerte para los del hoy ausente Xavi, enfrente estaba un Valencia que jugó aún peor. Se podrán agarrar los valencianistas al más que posible penalti de Kessie cerca del final del encuentro, pero la realidad es que ni jugando contra diez la última media hora, dieron sensación de poder empatar el partido. Es el penúltimo clasificado del campeonato y no es por casualidad.

Y es que si se llegó a la situación de que una jugada fortuita pudiera cambiar el resultado final fue casi única y exclusivamente por culpa del Barça. Nuevamente el overbooking de bajas de jugadores que pueden aportar algo de calidad en ataque, desembocaron en un planteamiento cholista, incluso capelliano: fuerte en defensa y presionando arriba para provocar el fallo del rival. Y por si eso fuera poco, con el recién renovado Sergi Tormento de titular. Con su cláusula de 400 millones no vaya a ser que algún jeque se vea tentado de llevarse a la gran promesa de la cantera azulgrana. El Ricardo Gallego de la Masía, la insulsez hecha futbolista que pasa 5 metros hacia atrás un balón con la misma soltura que 10, se convierte en el agujero negro de la felicidad culé: arrastra con él a todo un equipo que transmite de todo menos alegría.

Pero lo bueno de enfrentarse a un equipo que va sobre raíles hacia el segundo descenso de su historia, es que no había que hacer demasiadas virguerías para marcar. Un simple gran pase de Busquets rompió las dos líneas valencianistas y la salida aporuvesca de Mamardashvili-quizá la vendimia en Georgia se adelanta seis meses- permitió a Raphinha rematar al fondo de la red. Otra partido de los que acostumbra el brasileño: con pundonor e incansable en la presión, en ofrecerse, en desmarcarse y en intentar encarar. Pero negado, en redondo y en cuadrado, tanto en el regate como en el centro. Solo su gol justificó su partido.

Un gol que, por otra parte, no hizo reaccionar lo más mínimo a los valencianistas. Los de Baraja parecían apostar por esa habitual vía de empate de equipo pequeño en estadio grande: arriesgar lo mínimo para llegar a los últimos diez minutos del partido con el resultado ajustado. De su dejadez en ataque se aprovechó el Barça para, sin mucho esfuerzo, generar alguna que otra ocasión. Pero Ferrán volvió a lucir su torpeza habitual –su mente va más rápida que sus pies- y Ansu sumó más minutos para seguir difuminando su recuerdo. Fue el peor de su equipo y si aún tiene el beneplácito de la grada es porque vive de los destellos que dejó en sus inicios. Si fuera por lo exhibido últimamente, no sería digno de lucir el 10 que dejó Messi. Entre ellos dos comenzó a complicarse absurdamente el partido a su equipo. Penalty por manos en el área que mostró la peor faceta de ambos: tienen tan poca confianza de cara al gol que necesitan pelearse pelearse como dos ratas por un churro por un lanzamiento desde los 11 metros que los saque del pozo. Ganó la infantil discusión Ferrán con el sólido argumento de “yo cogí el balón primero”. Discusión que, evidentemente, no ayudó al lanzador: mal golpeo y peor resultado.

Fallo que fue el preludio del “todo lo que pueda salir mal, saldrá peor”.De una victoria fácil se pasó a tener que sobrevivir en el alambre cuando, tras un nuevo palo de Ansu, un despiste defensivo de Koundé terminó con un placaje de Araujo a Hugo Duro. Rojapara el uruguayo que se suma a las otras bajas significativas de cara a la visita a San Mamés. Porque el de Bilbao ya se intuía como un partido más complicado que lo que el Valencia pudiera incomodar en la última media hora.Cierto es que pusieron cerco los visitantes al área de Ter Stegen pero con la misma efectividad que el Real Madrid el jueves pasado: cero tiros a puerta. Tres puntos más con un nivel preocupante de juego, tónica habitual de una temporada atípica. Pero el equipo necesita más los resultados que el juego. Si se gana la Liga, y además hay doblete con la Copa, los planes de futuro serán mucho más fáciles de ejecutar. Porque hay que creer que existe una hoja de ruta. Y que ésta -ahora sí- será sensiblemente más exigente.