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Yoyalodije

Primer, el Barça

Fieles lectores:

El golpista Lenny me ha traicionado, vendiendo la mitad de mi sección a otro gran Mal Barcelonista, el infame Forceps.  Ahora Mals Barcelonistes es una sección de las importantes y mi columna se llamará, en honor al más grande, “No es pot permitir”.

Por mi parte he obtenido del admin una revisión de mi contrato, blindándome con una clausula anti-floren y pagándome el oro y el magrebí con lo que obtiene de vuestros incontables clicks en los anuncios de alargamiento de pene. A partir de ahora, nos veremos de lunes a miércoles (ambos incluidos), quedándose Fórceps con la niña de jueves a domingo. Esperamos que pronto se nos unan más (y mejores) Mals Barcelonistes. Dicho esto, al tajo:

Nuevamente actualidad constriñe nuestra agenda y nos impreca, en nombre de la sensatez y el amor a los colores, que tratemos la ultima laportada.

Laporta, que entró como Kennedy, y que, a diferencia de Kennedy, si que va a acabar su ya agonizante mandato, hoy se ha postulado como Molthonorablable. No por previsto, el hecho deja de tener su miga.

Podría hablaros de cómo ascendió a la presidencia convenciéndonos de que “primer, el Barça” y de cómo se aseguró un segundo mandato prometiendo lo mismo. Es evidente que no se debe tocar lo que funciona, y, al parecer, tampoco es muy necesario cumplirlo.

Desde ha empezado la temporada, la ultima preocupación del presidente es el Barça. Entre su lista de prioridades figura, por este orden,

a)       su carrera política, con todo tipo de actos, manifestaciones públicas, reuniones secretas y promoción, jugando a la puta i la Raimoneta con distintos partidos y jerifaltes.

b)      la sucesión en su cortijo, con todas esas apasionantes luchas intestinas y golpes palaciegos para dilucidar quién es más laportista que él, y, por tanto, ostentará el derecho de meter la mano por el culo a Godall, para hacerle hablar, mover los brazos, y graznar  aquello tan gracioso de “¡toma Moreno!”.

c)       la manutención de sus amigos y familiares: hombre fiel y justo, Laporta ha puesto a Diós por testigo de que sus amigos jamás volverán a pasar hambre, y entre cargos y blindajes, ha logrado lo que parecía imposible: el pozo sin fondo Oliver tendrá suficiente para ser saciado, cuanto menos, hasta que sea cesado.

d)      su búsqueda del equilibrio: a su paranoia y rencor, que le llevan a luchar para que bandarras como Rosell o judas como Soriano no puedan optar a la presidencia, debe armonizarlos con su promesa de que velará por unas elecciones limpias, donde el club no tomará partido, y él, como presidente saliente, se mostrara ecuánime y respetuoso con todas las candidaturas. Obviamente, el teléfono de su terapeuta echa humo.

¿Y el Barça? ¿Es lo último en la agenda del presidente? ¡Ni hablar! Que todos los buenos barcelonistas estén tranquilos: El Barça es lo penúltimo para nuestro presidente, justo por delante de su bufete de abogados.

Llegados a este punto, el buen barcelonista se preguntará (y con razón): ¿Que pretende el autor? ¿Poner en tela de juicio las decisiones del mejor presidente de la historia del club? ¿Qué pasa si a Laporta se le ha ido un poco la mano condimentando las realidades que nos cuenta? ¿Acaso no merece, por todo lo que nos ha dado, barra libre en nuestra whiskería de cabecera y acceso carnal a nuestras esposas e hijas?

La verdad, a mí, que me mientan, aunque me den resultados, sigue importándome, pero lo de hoy no va de eso.

Que el hombre que rige la institución que más amo se comporte públicamente como un hooligan o como un aprendiz de Maquiavelo, me molesta, pero lo de hoy no va de eso.

Que use esa misma institución para proyectarse profesionalmente, políticamente y sexualmente a sí mismo y a sus amiguetes, me enerva, pero lo de hoy no va de eso.

Hoy recordare unas palabras de Guardiola.  Cuando empezó en esto de entrenador le preguntó a Gepetto que hacer cuando no tenía ni idea de que hacer, y este le respondió “en caso de duda, piensa en  lo que es mejor para el Barça”. Paraula de Pep.

Un hombre que prometió en varias ocasiones que su filosofía iba a ser “primer el Barça”, a un año de finalizar su mandato se embarca en una carrera para situarse políticamente, y, en pleno inicio de lo serio de la temporada, en que el equipo será más exigido que nunca y lo deseable sería estabilidad y tranquilidad para que los profesionales trabajen, se pone en el centro del huracán, desviando su atención de lo que le interesa al Barça y centrándola en lo que le interesa exclusivamente a él. Todo esto en medio de la precampaña electoral del club y a punto de iniciarse la de la presidencia de la Generalitat, donde su irrupción va a causar no poco revuelo y puñaladas.

Permítanme decir, pues,  que este hombre no es merecedor del cargo que ocupa, puesto que  lo ha abandonado antes de tiempo, es indigno del honor que conlleva este cargo, pues ha mentido y prevaricado para obtenerlo y conservarlo, anteponiendo sus ambiciones personales al bien de la entidad. Un hombre integro hubiese dimitido hoy. Es por ello que sitúo a Laporta en lo más alto de la lista de personajes indignos e infames que han pasado por el Barça, porque, aunque sus resultados nos han llevado a lo más alto, su catadura moral se sitúa en el abismo, y habla bien a las claras de cómo somos los que amamos a este club: gente baja que vende su honor por un plato de lentejas.