“No nos hemos clasificado porque algunos jugadores han olvidado la importancia del torneo, se han dedicado a hablar únicamente de dinero y han carecido del compromiso adecuado. Ha sido una gran decepción”. Jan van Beveren, portero titular de la selección holandesa y del PSV Eindhoven, pronunció estas ásperas palabras cuando Holanda se quedó fuera del Mundial de México de 1970 en beneficio de Bulgaria. No había dudas sobre la identidad de “algunos jugadores”: el clan del Ajax abanderado por Johan Cruyff. Así empezó a fraguarse la enemistad entre el mejor guardameta holandés de la época y el mítico dorsal 14 de la Naranja Mecánica.
Van Beveren fue titular indiscutible durante la fase clasificatoria para el Mundial de 1974, hasta que una lesión en la ingle le apartó temporalmente de los terrenos de juego. Cruyff aprovechó esta circunstancia para imponer la presencia en la selección de Jan Jongbloed, un mediocre y veterano portero que había sido internacional una sola vez y once años atrás. Van Beveren nunca dejó de mostrarse crítico con las estrellas ajacied: les reprochaba el trato de privilegio que recibían en el vestuario, que llegasen tarde a los entrenamientos o que antepusieran sus finanzas y negocios personales a los intereses del equipo nacional.
Poco tiempo antes de la cita mundialista van Beveren había conseguido recuperarse de sus molestias físicas y el seleccionador Rinus Michels le convocó para disputar un partido amistoso de preparación donde poder evaluar su estado de forma. El portero solicitó jugar únicamente media parte ya que todavía acusaba la reciente inactividad pero Michels, alineado con el núcleo duro del Ajax, le replicó que o jugaba los noventa minutos o podía irse a su casa. Van Beveren mantuvo su posición con firmeza pero perdió el pulso, quedándose fuera de la convocatoria para el Mundial de 1974. Neeskens y Cruyff no se mordieron la lengua y, saldando cuentas pendientes, censuraron públicamente la actitud insolidaria del guardameta.
Jan van Beveren está considerado el mejor portero de la historia del fútbol holandés, por delante de Hans van Breukelen y Edwin van der Sar. Su ausencia tal vez fue crucial para que Holanda, cuyo talón de Aquiles radicaba en la portería, débilmente defendida por el excéntrico Jongbloed, no ganase el Mundial de 1974. Es tentador reescribir la historia y visualizar, en un ejercicio de fútbol ficción, a van Beveren atajando sin dificultad el disparo a la media vuelta de Gerd Müller que, en el mundo real, significó el gol de la victoria alemana en la gran final. La única certeza es que su desencuentro con Johan Cruyff forma parte del lado oscuro de la brillante Naranja Mecánica.