Esta historia empieza el 17 de noviembre de 1993 en un abarrotado Parque de los Príncipes de París. Francia y Bulgaria disputaban el último y decisivo partido de clasificación para el Mundial de Estados Unidos. En el minuto 90 el marcador reflejaba un empate a uno, resultado que daba el pase a la selección gala. Pero en la postrera jugada del partido Emil Kostadinov conectó un espectacular derechazo y el balón se coló por la escuadra clasificando a Bulgaria para el torneo mundialista. La poderosa Francia de Deschamps, Ginola o Cantona iba a ser la primera víctima ilustre del combinado entrenado por Dimitar Penev.
Bulgaria acudió al Mundial de Estados Unidos sin grandes pretensiones: hasta entonces la selección búlgara había disputado cinco eventos mundialistas y la mejor clasificación obtenida había sido un decimosegundo lugar en Alemania 1974. Prueba fehaciente de la total ausencia de presión en el colectivo fue el distendido viaje en avión que le llevó a tierras estadounidenses: durante el largo vuelo corrió generosamente el tabaco y el alcohol entre la expedición y las sufridas azafatas sufrieron un pegajoso marcaje individual de algunos jugadores.
La competición mundialista no empezó nada bien para Bulgaria: en el primer partido de la fase de grupos cayeron claramente derrotados en Dallas a manos de Nigeria por tres goles a cero. Todo parecía indicar que la participación búlgara en la Copa del Mundo iba a ser una vez más testimonial pero, en el segundo partido del grupo disputado en Chicago, Bulgaria batía ampliamente a Grecia por cuatro goles a cero (Stoichkov -2-, Letchkov, Borimirov), un logro histórico al tratarse de la primera victoria búlgara en la fase final de un Mundial.
Bulgaria se jugó el pase a la siguiente ronda en el tercer partido del grupo contra una selección argentina tocada anímicamente tras la suspensión a Diego Armando Maradona por dopaje. Los búlgaros, con su fútbol anárquico y heterodoxo, cuajaron un gran encuentro y derrotaron al potente combinado albiceleste de Redondo, Simeone o Batistuta por dos goles a cero (Stoichkov y Sirakov). Ya en octavos de final Bulgaria quedó emparejada con México; ambas selecciones disputaron un partido intenso y muy igualado que terminó con empate a uno (otra vez Stoichkov) y victoria dramática de los búlgaros en la tanda de lanzamientos de penalty. El hermoso sueño de Lulovete (“Los Leones”) permanecía intacto.
En cuartos de final Bulgaria se midió en el mítico estadio de los Giants de Nueva York con Alemania, los vigentes campeones mundiales. A falta de un cuarto de hora para terminar el partido los germanos ganaban gracias a un gol de penalty transformado por Lothar Mathaus. Pero una magistral falta directa ejecutada por Stoichkov en el minuto 75 y un certero cabezazo conectado por Letchkov tres minutos más tarde permitieron a Bulgaria dar la vuelta al marcador y plantarse en semifinales con todo merecimiento bajo la unánime sorpresa de la aristocracia del fútbol, atónita ante la inesperada irrupción de aquel grupo excéntrico e insolente cuyo límite era el cielo.
Tuvo que ser un Roberto Baggio en estado de gracia quien se encargase de hacer añicos las ilusiones búlgaras en semifinales: el exquisito jugador italiano, que ya había sido el verdugo de España en cuartos de final, marcó los dos goles logrados por la squadra azzurra haciendo inútil el solitario tanto de Stoichkov al materializar un penalty. Bulgaria afrontó el trámite de la final de consolación completamente desmotivada y cayó con rotundidad frente a Suecia por cuatro goles a cero.
Finalizado su periplo mundialista el equipo nacional fue recibido como un auténtico campeón a su regreso a Bulgaria y el cuarto puesto obtenido fue celebrado como si se tratase de un título. Honor y gloria para una selección outsider que iluminó el Mundial de Estados Unidos de 1994 como un hermoso fogonazo. He aquí el nombre de algunos de los protagonistas principales que formaron aquella generación irrepetible:
Borislav Mihailov: Guardameta con más de 100 entorchados internacionales, disputó el Mundial luciendo un peluquín.
Trifon Ivanov: Defensa libre, está considerado uno de los diez futbolistas más feos (sic) en la historia de los Mundiales.
Yordan Letchkov: Alopécico centrocampista autor del gol decisivo contra Alemania, fue elegido en el once ideal del Mundial.
Krassimir Balakov: Centrocampista zurdo de gran calidad técnica, pieza básica de la selección búlgara durante el torneo.
Emil Kostadinov: Fue el héroe de la clasificación búlgara para el Mundial con sus dos goles en el partido decisivo ante Francia.
Hristo Stoichkov: Se proclamó máximo realizador del Mundial con seis goles y ese mismo año fue galardonado con el Balón de Oro.
Luboslav Penev: Sobrino del seleccionador nacional Dimitar Penev, se perdió la cita mundialista a causa de un cáncer testicular.