Como decía Paco Pirelli, la potencia sin control no sirve de nada. Similarmente, la existencia de doce cámaras sin control no sirve de nada. En la antigüedad (y me remonto al blanco y afroamericano) se trabajaba con 3 cámaras pues podían volcar todos los recursos de TVE -las susodichas 3 cámaras- en el único partido televisado (el del Maligno claro está). Cómo echo de menos esas repeticiones con la R intermitente pixelada corriendo a 1 fps!!!. La ubicación básica era la obvia: Mastercam en la divisoria y una cámara en cada gol. 30 años después, y con 12 cámaras cuando no 25, la calidad de las retransmisiones, con demasiada frecuencia, ha decrecido.
Canal +, en su momento, abanderó el fútbol realizado con multitud de recursos como arma comercial y volcó numerosos esfuerzos en las retransmisiones: la cámara cóndor tras las porterías (la que planea sobre una grúa), la steadycam de raíles en las bandas sin linier, las super slow motion, la de ángulo inverso, y las de fuera de juego. Al principio fue a remolque de televisiones de países civilizados pero a finales de los 90 ya adquirió un lideraje europeo notorio en todas su franquicias, entendiendo siempre que toda mejora en Europa deriva de algo implantado con éxito en la NFL.
Tras 15 años en los cuales casi todos los canales con derechos futbolísticos han cerrado progresivamente el déficit técnico que les separaba con C+, hay que señalar que varios de estos inventos se han mostrado poco efectivos, lo que a menudo ha terminado no justificando su existencia. Las cámaras de ángulo inverso se llevaron mucho a finales de los 90, así como las steadys de banda, pero sus contribuciones a la retransmisión aportaron poco. Similarmente, las cóndor de barraca, las súper-lentas y sobre todo las de off-side sí han justificado su utilidad a lo largo del tiempo.
Clarificado pues qué tecnologías han triunfado y cuáles no, la CLAVE absoluta en una retransmisión de fútbol es saber tocar esas teclas con tino. Lo primero que muchos realizadores parecen no entender es que:
1-El espectador de este evento rechaza la estética. Le irritan los planos imaginativos o las tomas de la luna llena sobre Vitoria a no ser que estos planos se ofrezcan en el descanso.
2-El espectador quiere ver la bola y los tíos YA!. Todo el tiempo, sin mariconadas, y en vivo. Hay que ser paciente con los replays, y si hay que esperar 4 minutos a que el juego esté parado se espera. Estoy mortificada de chuparme replays en plena contra, y cuando regresan al vivo ya tengo a tres cabrones rivales pisando mi área. El buen realizador es aquel que logra que el espectador ni se dé cuenta de que hay un realizador.
3-Salvo para los highlights para despedir la retransimisión, nos la envainan todas las cámaras menos la Master. Salvo para los offsides, los goles fantasma, o los presuntos manotazos en el área -y en su debido momento-, nos la envainan todas las cámaras menos la Master. Es especialmente lamentable que nos enchufen la miserable ‘cámara de linier’ cuando el extremo cercano a la cámara recibe la bola e inicia jugada. El cambio de plano DESUBICA AL ESPECTADOR, amén de que desde nivel de césped no hay profundidad en la perspectiva y tras lanzar el centro nos devolverán a la Mastercam donde el espectador VOLVERÁ A VERSE DESCONCERTADO POR UN CAMBIO DE PLANO.
En resúmen: less is more, el realizador debería estar relajado con los pies en la mesa pinchando la Master, y solo cuando haya el juego OSTENSIBLEMENTE PARADO (y el espectador lo sepa) puede adornarse en burradas, siempre entendiendo que NOS LA ENVAINAN TODAS LAS CÁMARAS MENOS LA MASTER.